Creado por Bruno Rosario Candelier, el 28 de julio de 1990, el Movimiento Interiorista del Ateneo Insular, arribó con júbilo a su 32 aniversario. Soportado por un amplio ideario estético, este movimiento literario ha mantenido, a través del tiempo, la directriz de «Hacia el vínculo trascendente de las letras», una muestra del pensamiento de su maestro y de su inquebrantable compromiso con la palabra que edifica, embellece el alma y enaltece el espíritu. Dichos conceptos han sido asumidos con entusiasmo por sus integrantes, afianzando esto la estructura integral y educativa de la escuela, así reconocida por escritores que en ella nacieron o, sencillamente, renacieron a una nueva mirada de su interior. ¡A todos los interioristas les enviamos, desde este podio, nuestras hurras!
El encuentro de la celebración fue dedicado al poeta místico de Ávila, san Juan de la Cruz y tuvo lugar en el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, La Torre, de La Vega. El invitado especial en esta ocasión fue el poeta interiorista y místico monseñor Freddy Bretón. Los trabajos fueron presentados en las tres sesiones acostumbradas, cuyas reseñas son presentadas, brevemente, a continuación.
Intervención de Bruno Rosario Candelier
Con el título «La intuición mística de san Juan de la Cruz, llama viva de la inspiración teopoética», disertó Bruno Rosario Candelier: «Fue san Juan de la Cruz (1542-1591) quien vislumbró una singular llama en la noche oscura, el aliento sutil de la soledad sonora y la intuición profunda de la inteligencia mística, que canalizó en fecundos textos de sabiduría teológica y en reveladoras imágenes de la inspiración teopoética. En tal virtud concibió tres conceptos fundamentales para la comprensión de la lírica mística: el concepto de deificación o la idea de “Dios por participación” en el alma humana; la creación de imágenes místicas, o figuraciones con una connotación divina, como “noche oscura”, “soledad sonora” o “música callada”; y la idea de inteligencia mística, con la que la mente entiende las verdades sagradas que se saben por amor».
Expresó que «san Juan de la Cruz es modelo en esa línea de creación, razón por la cual la Iglesia Católica, además de tenerlo entre los Doctores Místicos, lo declaró Patrono de los Poetas, como en efecto lo hizo su Santidad Juan Pablo II». Destacó que «la creación literaria del santo abulense encarna la excelencia mística y poética a la vez, porque alcanzó su comunicación con la Divinidad, que canaliza en una lengua mediante figuraciones simbólicas formalizadas con términos y datos de la naturaleza».
Explicó que «de la esfera de lo sobrenatural fluyen voces del Numen y de la Noosfera, que encierra la sabiduría espiritual y sagrada, de manera misteriosa la voz del Espíritu Santo, como la experimentaron Pablo de Tarso, san Juan de la Cruz y otros místicos que sintieron el aletazo del misterio y escucharon voces claras y entendibles. Por eso el contemplativo y místico de Ávila, san Juan de la Cruz, cuando la madre Magdalena del Espíritu Santo le preguntó, admirada por el portento de sus palabras, de dónde las sacaba para crear versos tan maravillosos, el carmelita le contestó: “Hija, unas veces me las daba Dios y otras las buscaba yo”».
Disertación de monseñor Freddy Bretón
Con una hermosa expresión de humildad introdujo su discurso monseñor Freddy Bretón: «Ha sido un verdadero reto para mí aceptar compartir con ustedes estas palabras sobre el santo de Fontiveros y de la humanidad: Juan de Yepes o san Juan de la Cruz. Para sorpresa de alguno diré que, a pesar de todos mis años de formación sacerdotal, me considero un grandísimo ignorante de la reconocida obra del santo abulense. Por supuesto, en mi trayecto formativo escuché referencias a su obra. Al ser conducida por jesuitas, toda nuestra formación espiritual se centraba más en san Ignacio de Loyola».
«El año 1983 —expuso—, el querido padre Francisco José Arnáiz, luego connotado obispo auxiliar de Santo Domingo, tuvo la gentileza de hacerme un gran obsequio. Se trata de la undécima edición de las Obras Completas del Santo en la BAC, lo cual indica la notable demanda de la literatura sanjuanista. Ahora, agradezco al Dr. Bruno Rosario Candelier y al Movimiento Interiorista por obligarme a volver a abrevar en tan inmensa fuente. El epígrafe que acompaña el Boletín de la Academia de la Lengua y del Movimiento Interiorista no dejan duda respecto a la admiración al Santo de Ávila, y al patrocinio que éste ejerce sobre el Interiorismo».
Al exponer sobre «El insondable océano de Dios, de manos de san Juan de la Cruz», manifestó que «es sorprendente que alguien, cuyas obras, a la hora de su muerte, apenas gozaban de algún reconocimiento, e incluso era frenada la difusión del Cántico Espiritual por sospechas respecto a la ortodoxia, alcanzara luego tan amplia difusión editorial y abordada, hace mucho tiempo, como materia propia en disciplinas tan diversas como la psicología, la teología, la mística, la literatura, la pastoral, el arte… El motivo no es otro que la sorprendente actualidad de los escritos de san Juan de la Cruz: es que navegó tan diestra y profundamente en el misterio de Dios y en los vericuetos del alma humana que ha llegado a entenderse el merecido homenaje de la Iglesia al declararlo Doctor».
Apuntó que «no deja de ser comprensible que san Juan de la Cruz tuviera que padecer, dada su condición de místico, pues no siempre fueron comprendidas las personas con este carisma». Expresó que «la poesía de san Juan de la Cruz asombra por la sencillez, muestra una ingenuidad engañosa, lo cual se nota en el hecho mismo de que tiene que explicarla tan ampliamente, como lo hace en lo que él llamó “Declaraciones”, que son una especie de paráfrasis». Explicó que «los términos usados por el santo son los del español del siglo XVI, simples, pero cargados de latinismos», por lo que «suele ponerse al final de sus Obras un Glosario de Arcaísmos y Latinismos»
«Lo más notable en su poesía son los símbolos», pues «¿de qué otra manera podría expresarse lo inefable?»: «Hay quien, al leerlo, se queda en lo denotativo de los términos y no llega a la connotación, a la carga simbólica. En este orden, es necesariamente provisional y aproximado todo intento de presentar en palabras el misterio de Dios. El santo abulense lo hizo como pudo, y le salió bien. Suponemos que no fue tarea fácil para él, pues, al parecer, Cristo mismo se vio en apuros tratando de expresar con palabras las realidades celestiales: “¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé?” (Lucas 13, 18-20; Marcos 4, 30)».
Ponencia de Luis Quezada Pérez
Desde «El lenguaje teológico de san Juan de la Cruz» disertó este interiorista y teólogo: «El lenguaje teológico de san Juan de la Cruz se inscribe en el lenguaje teológico de los grandes místicos y contemplativos; y el lenguaje teológico de los contemplativos y místicos, como san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Lisieux o san Ireneo de Lyon (último “Doctor de la Iglesia” proclamado por el actual Papa Francisco en enero de 2022), no consiste en predicar a Dios, sino en practicar a Dios»: Explicó que «el método de la teología es ternario», por lo cual «comienza siendo apofático (contemplación-comunicación), continúa siendo fáctico (comprensión-compromiso) y concluye siendo apofático (celebración-culminación)».
Dijo que «los contemplativos y místicos nos enseñan que el movimiento ternario es el hontanar de la teología: Soledad…Silencio…Sentido, es decir, entrar en la soledad, escuchar el silencio, para descubrir el sentido». Apuntó que este «es el camino que magistralmente nos enseñó san Juan de la Cruz: él es el maestro del camino místico». «Desde 1952 san Juan de la Cruz es el patrono de todos los poetas en lengua castellana: sólo la poesía puede decir lo que experimenta un místico. Teresa y Juan son la cumbre de la mística experimental cristiana. Poetas de extracción diversa como Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Paul Valéry y T. S. Eliot consideraron los poemas de Juan de la Cruz no solo como la cumbre de la mística española, sino de la poesía en esta lengua», destacó el teólogo.
Consignó que «cuando san Juan de la Cruz fue proclamado por Pío XI Doctor de la Iglesia, el 24 de agosto de 1926, fue promovido con el título de Doctor Místico, pues vivió plenamente ese camino de soledad, silencio y sentido, que es la lógica existencial de los contemplativos y místicos. Ese camino solamente es posible cuando el místico se sumerge en la interioridad, como lo hizo san Juan de la Cruz y muchos otros, entre ellos san Agustín. San Juan de la Cruz llega tan lejos en esa zambullida interior, que llega un momento que dice: “Por aquí ya no hay camino, por aquí ya no hay ley”.
Exposición de Miguel Ángel Durán
Con el tema «La experiencia mística» el interiorista Miguel Ángel Durán desarrolló su ponencia: «La experiencia mística no es una condición dada sólo a los religiosos, a los piadosos espirituales, a los místicos; por lo visto la cotidianidad dice otra cosa: tal estado es posible en cualquier persona, y no importa el lugar donde esta se encuentre. Entendemos que ciertos ambientes, y algunos hombres y mujeres especiales, por una condición inexplicable, son más propensos a estos elevados estados de conciencia».
Sostuvo que «Olegario González de Cardenal, en su libro Cristianismo y mística, expresa que “el término mística en su origen era un adjetivo calificativo de la teología, de la experiencia y de la vida cristiana”». No obstante, expuso, «este concepto ha venido evolucionado a través de la historia adquiriendo interesantes direcciones que pueden, por así decirlo, caer en “un quehacer” individual que incluye variadas expresiones, apareciendo, primordialmente, en tres contextos distintos: vida mística (relativo a una vida personal de las realidades creídas); experiencia mística (la conciencia explícita perceptiva y fruitiva de la acción transformadora de Dios en el alma del creyente); fenómenos místicos (manifestaciones extraordinarias de la acción de Dios, tales como: visiones, estigmas, locuciones, raptos, suspensiones, apariciones…)».
Expuso que «una condición que se repite en los místicos de todos los tiempos es la manera de percibir al mundo. Pudiéramos decir que el místico transforma su “noche oscura” y sin esperanza, en otra en la que todo está lleno de alegría y significado: el recibimiento de la gracia divina»: «Casi sin excepción han sido considerados santos, visionarios y profetas: Jesús, Buda, Lao Tse, Ramakrishna, Walt Whitman, hombres distinguidos que han mostrado al mundo características semejantes: valor, dulzura, compasión, entereza y sanidad excepcionales; y, reiteradamente en todas sus obras, no se cansan en proclamar que debemos prepararnos mediante la oración, las buenas obras, el estudio y la meditación para recibir la más alta bendición de la vida».
Sesión matinal de domingo: Ponencia, narración y dramaturgia
La ardua tarea de esta escuela continuó al amanecer del domingo. Elidenia Velázquez leyó su estudio titulado: «Epistolario, de san Juan de la Cruz». Expuso que «el Epistolario de san Juan de la Cruz es una recopilación de las cartas enviadas por este a diferentes personalidades, especialmente a las hermanas de la Orden de las Carmelitas Descalzas: «Unas 33 cartas se conservan y ponen en evidencia la fina estirpe moral y espiritual del santo hombre de Dios y auscultar el profundo sentir de un corazón enamorado de la Divinidad y al mismo tiempo comprometido con su decisión de entregar cuerpo y alma a una causa: la de vivir una vida anclada al amor y servicio al Maestro, Jesús de Nazaret».
Por su parte, el interiorista Miguel Solado leyó un «cuento de tema espiritual» titulado «América sin mí»: «Yo, por ejemplo, que nunca le hice maldad alguna a los carmelitas calzados, siempre fui perseguido por ellos. Y la voz de Dios me reclamaba: “Defiéndete. Yo soy Yahvé, el Tetragrámaton, tu camino hacia la luz, tu amuleto, tu YHVH, tu único Dios y te ordeno que ataque, ataca ahora: ¡Quémale el templo!”. Pero la ley de los hombres no me lo permitía. No sé si ante los ojos y los oídos de Dios morí como un cobarde, me fui a la tumba sin obedecer al Dios de los Ejércitos. Mi siempre excusa para no incurrir en la maldad era que esa también podría ser la voz perturbadora de Lucifer […]. ¿Qué puede pensar un doliente encerrado en cuatro paredes? Yo pensé en un Ser superior y soberano. Las cosas que pude concebir, clara y distintamente, fue que mi fe estaba destinada a consolidar mi creencia en un único Dios, salvador y eterno».
De sus guiones teatrales de tesis, el interiorista Luis Quezada Pérez presentó, en las actuaciones del autor y la interiorista Keila González Báez, un «monólogo a dos voces» titulado «Teresa y Juan: dos enamorados del Cantar: (Se oye una campana. Entran por laterales diferentes, dos personajes del siglo XVI, una mujer llamada Teresa y un hombre llamado Juan. Entran en tono meditabundo, pero alegres, cantando; ella cantando y tarareando la canción “Quien no sabe de amor no sabe nada”, y tarareando “Dicen que somos dos locos de amor…”)».