Hasta el nombre es raro… aunque poco o mucho, todos seamos raros. El nuevo periodo del PRM arranca con una sorpresa, la creación de una empresa pública minera, sector al que no se le había dado la relevancia que amerita en los últimos cuatro años.
Quizá las “tierras raras“ tengan más suerte que el oro y particularmente, mejor fortuna que el proyecto Romero, que después de años de estudios y millones de dólares invertidos no ha conseguido el permiso… ¡para hacer el estudio ambiental! Y ni siquiera es una explotación a cielo abierto ni se va a manipular químicamente aquí el material extraído. (Es incomprensible, además de inconstitucional, pero son cosas de políticos: la sombra de Félix Bautista todavía es alargada.)
Putin, en su medio RT, ya agita avisando que es el Imperio el que viene a explotar las tierras raras. Si Putin está tan pendiente como para prestar atención tan pronto (vía su canal de propaganda), es que algo importante puede haber o quiere que se crea que hay.
Pero además, la Ley Minera estaría en la agenda de reformas y eso complica el escenario. En la minería sí hay dinero y no solo en recaudación para el Estado. También en inversiones directas, programas de responsabilidad social paralelos, transferencia del conocimiento y empleos de alta cualificación. Habrá que vigilar que las tierras raras no se conviertan en un negocio más raro aún…
Minería, telecomunicaciones, logística del tránsito, regulación en sectores financieros especializados… algunos nombramientos han creado cierto desconcierto. Se supone que son sectores clave, alguno incluso para la seguridad nacional, pero no parece que se priorice la selección de especialistas.
Premios a la lealtad y al trabajo político, (honrar honra, dicen) pero quizá se necesite más sabiduría que juramentos de fidelidad en este complicado segundo tiempo.