Volando desde Punta Cana a Miami, observé a una familia muy linda. Un hombre, relativamente joven, su esposa y tres niños. Hermosos, muy tranquilos y educados.
Como venían al lado nuestro, empecé a notar cosas que me gustaron, como que la hermanita pidió cargar al bebé. El niño era pequeñito y ella lo sostenía muy bien, como si fuera un muñeco.
Pero, ¿qué me llamó la atención? La dedicación del hombre con los dos hijos que iban delante. Cuando iba a despegar el avión, la mamá le quitó la niñita pequeña a la hembra, y se la llevó a dormir. Y creo que a darle el seno.
Entonces, el papá se dedicó a los dos que iban delante. La niña estaba pintando en una tableta, pero la dejaba a un lado, hablaba con su hermano, se llevaban bien.
Mandamientos para que una familia funcione (I)
O sea, parecía una familia muy funcional. El hombre se dedicó a los hijos más grandes, para que su mujer pudiese cuidar a la bebé pequeñita. Creo que no tenía más de un mes o dos.
El hombre le ayudaba con la comida, intentaba dársela cuando la muchachita no entendía o se le trababa la tableta.
Que el hombre se dedicara todo el vuelo a cuidar de sus hijos, me hizo reflexionar: “Nancy, tu trabajo no ha sido en vano. El hombre está aprendiendo que también tiene que ser parte de la crianza de sus hijos”.
Y así es. El hombre está aprendiendo que tiene que compartir las tareas con su mujer. Realmente, hay un cambio lento, que ha costado mucho. Pero hay un cambio. No es malo, ni raro cuidar a los hijos.
En otros tiempos, la mujer se volvía un pulpo para manejar a todos los niños, mientras el hombre dormía o leía el periódico. Ojo, sigue pasando.
Pero ahora hay hombres muy considerados con las mujeres. Qué lindo fue ver a una familia así y saber que el cambio es posible. Ojalá que las mujeres también lo entiendan. Y, en vez de pasarnos todo el día criticando a los hombres, aceptemos que no es fácil.
No es fácil tomar un rol que ellos nunca asumieron, porque nosotras no los dejábamos. Era muy raro ver a un hombre cambiando pañales, cargando a sus hijos o dándoles de comer, sobre todo en público. Ese debe ser el futuro.