Una pregunta similar se realizó el compositor colombiano Calixto Ochoa en una canción popularizada a ritmo de merengue por el maestro Wilfrido Vargas en los años ochenta. Ese período se denominó la década perdida de América Latina, debido a la restricción del financiamiento externo y la severidad de los ajustes económicos promovidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Afortunadamente, la experiencia enseñó a los países de la región a realizar un análisis riguroso de las recomendaciones de esa institución, y adaptarlas a los factores que influyen en la economía para obtener así el máximo bienestar posible.
Hace unos días, la misión de la consulta del Artículo IV del Fondo emitió su declaración sobre la situación económica de la República Dominicana, que incluye recomendaciones de política económica y reformas estructurales. El documento reconoce que la ejecución de sólidas políticas en las dos décadas más recientes se tradujo en un crecimiento económico robusto y resiliente, con baja tasa de inflación. También pronostica que en 2024 la tasa de crecimiento del producto interno bruto (PIB) será de 5.1% y la tasa de inflación quedará dentro del rango meta de 4%±1%.
La nueva proyección del FMI confirma el contenido de mi artículo del pasado 22 de abril. En ese entonces el Fondo estimaba que la tasa de crecimiento del PIB sería de 5.4%. Sin embargo, señalé que la probabilidad de que ocurriese ese evento era baja, debido a un conjunto de factores, externos y domésticos, que siguen influyendo negativamente en las actividades productivas.
La política monetaria de Estados Unidos seguirá siendo restrictiva en 2024, factor que limita el margen de maniobra del Banco Central de la República Dominicana. A pesar de que se prevé que la Reserva Federal inicie en septiembre el ciclo de recorte de su tasa de interés de referencia, que la bajaría 25 puntos básicos hasta llevarla a 5.1%, el diferencial entre esa tasa y la de referencia del Banco Central -que es de 7%- seguirá siendo muy bajo en comparación con el diferencial histórico de 4.5 puntos porcentuales.
El diferencial de apenas 1.7 puntos porcentuales entre esas dos tasas de interés provoca una tendencia a la depreciación de la moneda nacional. En la República Dominicana, el peso se ha depreciado en lo que va de año un 2.1%. De acuerdo con el FMI, la reducción del diferencial entre la tasa de interés de la Reserva Federal y la de referencia de cada uno de los países latinoamericanos analizados por esa institución explica gran parte de la depreciación promedio de 5% en el mismo período.
Para evitar una mayor depreciación del peso, el Banco Central tomó medidas que elevaron las tasas de interés de mercado. La tasa interbancaria pasó de 9.84% en diciembre de 2023 a 13.34% en julio de 2024; la activa promedio ponderado subió de 13.60% a 15.25%; y la pasiva promedio ponderado pasó de 8.56% a 10.30%. Esos niveles de tasas de interés nominales, con una expectativa de inflación de 4%, se traducen en tasas de interés reales muy altas que repercuten negativamente sobre las actividades productivas, en particular en las de construcción, comercio y manufactura local, que representan más del 35% del PIB.
Las autoridades monetarias también han estado interviniendo activamente en el mercado de divisas para reducir la volatilidad del tipo de cambio, una política que el Fondo recomienda que se utilice solo para enfrentar choques económicos muy importantes. El FMI prefiere que la tasa de cambio sea más flexible y que esta sea la que regularmente absorba, con sus movimientos hacia arriba o hacia abajo, los choques que impacten la economía.
En ese contexto, hay que señalar que la capacidad de traspaso de los movimientos ascendentes de la tasa de cambio a los precios finales de bienes y servicios depende de las condiciones de cada mercado. En aquellos que son más concentrados, con pocos competidores que abusan de su posición dominante, existe un mayor traspaso de la variación de la tasa de cambio a los precios. El caso de los alimentos, cuya inflación desde el 2014 ha sido mayor que la inflación del resto de bienes y servicios, debe ser tomado en consideración para evitar que la mayor volatilidad y flexibilidad cambiaria perjudique excesivamente a la población de menores ingresos.
Si al impacto negativo de las tasas de interés y de la volatilidad cambiaria -que se ha mantenido por encima del nivel prepandémico- se le agrega el aumento de la incertidumbre que se desprenderá de la reforma fiscal integral que propone el Fondo, es lógico que haya una presión a la baja de la demanda agregada, tanto de consumo como de inversión que reducirá el ritmo de crecimiento de la economía en los próximos meses. El FMI recomienda para elevar las recaudaciones gubernamentales que se amplíe la base tributaria y se eliminen exenciones, al mismo tiempo que se enfrenta la evasión impositiva. Asimismo, pide la reducción del subsidio al sector eléctrico y de las transferencias no focalizadas, lo cual implicaría precios de los combustibles más elevados. La mejora de la posición fiscal ayudaría a colocar la deuda pública en una trayectoria más sostenible, pero reduciría la demanda y el crecimiento.
Por último, hay que destacar que el efecto de base estadística será negativo cuando se estime la tasa de expansión del PIB en 2024. Situación que se explica por la circunstancia de que la tasa de crecimiento promedio del segundo semestre del año 2023 fue mucho mayor que la de los primeros seis meses de ese año. Esto, unido al conjunto de factores externos y domésticos que influyen en la actividad económica nacional, me lleva a reiterar que lo más probable es que la tasa de expansión del PIB de este año se sitúe en un rango que va de 4% a 4.5%, que seguiría siendo una de las más altas de la región. Si se quiere llegar al 5.1%, habría que flexibilizar más los agregados monetarios y, visto lo que quiere el Fondo, aceptar una mayor tasa de cambio.
El FMI recomienda para elevar las recaudaciones gubernamentales que se amplíe la base tributaria y se eliminen exenciones, al mismo tiempo que se enfrenta la evasión impositiva.