Antes de Los Simpsons existía El Padrino. Y si los primeros tienen habilidades premonitorias, Michael Corleone imponía una filosofìa bastante particular: “No es personal, son solo negocios.” (Licencia para matar, resumiendo.)
Con sus decisiones sobre Ucrania y Venezuela, Trump ha tomado el relevo como el nuevo y pragmático capo. Las tierras raras de Ucrania bien le merecen un trato con el invasor y ha dejado solo a Edmundo González al negociar con Maduro las deportaciones de los exiliados venezolanos.
Ha traicionado, pues, a los presidentes de dos países que hubieran sido sus aliados más convencidos en dos puntos estratégicos clave: Latinoamérica y Europa del Este. Dos dictadores, Putin y Maduro, negociando intereses con el Imperio cuando, probablemente, se preparaban para enfrentar apoyos a la oposición.
Al pueblo venezolano le han fallado todos los aliados naturales. Desde España a Estados Unidos, pasando por la izquierda del continente cada vez más anticuada e ineficiente. Con un PIB que ya es la mitad del dominicano, Venezuela expulsa exiliados políticos y económicos y se enfila hacia la cubanización total. Es decir, a la ruina social absoluta bajo los cánticos patrioteros de comunistas de ambos lados del Atlántico.
A Ucrania está a punto de fallarle Europa. Con dos matones moviendo las fichas, el tablero se complica y la burocracia no sirve de mucho. Putin y Maduro representan el mismo lado de la Historia, el mismo lado equivocado y perverso de la Historia. Frente a ellos Zelenski y Corina Machado y Edmundo González son el recordatorio de que enfrentar a los tiranos es un sacrificio personal inmenso que muy pocos son capaces de hacer.
“No es personal, son solo negocios” incluso cuando se habla de libertad, democracia y paz. EE.UU. aliado de Putin no le conviene a nadie. Ni a Trump.