La Alcaldía del Distrito Nacional ha decidido implementar una medida arriesgada al intentar regular el tránsito pesado en el Malecón de Santo Domingo, desde la avenida Luperón hasta el puerto Don Diego.
No es un asunto menor. La iniciativa afecta a la poderosa Federación Nacional de Transporte Dominicano (Fenatrado), cuyo líder, Ricardo de los Santos, también preside el Senado, así como a poderosos grupos económicos. Pero también incidirá en el tránsito de vehículos pesados en otras zonas de la ciudad, por lo que su éxito no debe basarse exclusivamente en evitar que los camiones de más de dos ejes lleguen al Malecón.
El interés por restringir la circulación de vehículos pesados en el Malecón no es nuevo. Durante la gestión de Roberto Salcedo, se emitieron las primeras ordenanzas con este propósito, impulsadas por los entonces regidores Waldys Taveras y Consuelo Despradel. Entonces solo abarcó la zona hotelera y no logró mantenerse en el tiempo. Posteriormente, se implementaron otras medidas que tampoco trascendieron.
La creciente explotación turística y recreativa del Malecón, que se extiende por más de siete kilómetros lineales, junto con los planes de desarrollo urbano, hacen imprescindible limitar el tránsito pesado en la zona.
El Malecón de Santo Domingo debe evolucionar hacia un espacio con mayor vocación turística, recreativa y comercial, en lugar de ser una vía de tránsito dominada por vehículos de carga. Este proceso comenzó hace décadas con la recuperación de espacios como los parques Eugenio María de Hostos y Güibia, la reciente incorporación del kartódromo y la restauración del monumento a Fray Antón de Montesinos. La proliferación de restaurantes y los usos espontáneos de los ciudadanos han contribuido a darle vida. Hay proyectos en marcha, como la posible intervención en los terrenos del antiguo Maharishi. Solo falta respaldar una medida que muchos considerarán incómoda, pero que es necesaria para que la ciudad pueda disfrutar plenamente de su vínculo con el mar.