El 2025 se perfila como un año crucial. En un mundo en el que los valores democráticos son atacados desde múltiples frentes —por regímenes autoritarios, populistas de todos los espectros y hasta por las propias élites económicas que buscan moldear la política a su conveniencia—, cabe preguntarse si surgirá una figura que asuma, sin titubeos, la defensa de la democracia.
No hablo del capitalismo, que demasiadas veces se confunde con democracia y que, en su versión más voraz, ha alimentado las desigualdades que hoy fracturan nuestras sociedades. Hablo de la democracia como sistema que garantiza libertades individuales, pluralismo, derechos humanos y participación ciudadana.
En este momento de incertidumbre global, recordamos a figuras como Winston Churchill, quien, en medio de la Segunda Guerra Mundial, no dudó en plantarse frente a la amenaza totalitaria con una claridad de propósito que movilizó a las democracias del mundo. Churchill no era perfecto, y sus visiones sobre el imperio británico o el capitalismo pueden resultar cuestionables hoy, pero su legado de defensa inquebrantable de los valores democráticos sigue siendo una lección vigente.
Hoy necesitamos un líder que entienda que la democracia no es solo un sistema político, sino un pacto social que requiere constante cuidado. Un líder que no tema enfrentarse al autoritarismo disfrazado de salvación, al populismo que manipula el miedo y a las corporaciones que ven en la democracia un obstáculo para maximizar ganancias.
En América Latina, y específicamente en el Caribe, este debate es urgente. Las democracias de la región están bajo asedio por corrupción, desigualdad y una desconexión entre las instituciones y los ciudadanos. En República Dominicana, la participación ciudadana y el periodismo de investigación pueden ser la primera línea de defensa, pero falta esa figura capaz de articular una visión inspiradora y movilizadora.
¿Surgirá en este 2025 alguien que, como Churchill en su momento, asuma la defensa de la democracia como un deber ineludible? En tiempos de crisis, los líderes no se eligen, se forjan. Ojalá tengamos la suerte y el coraje de reconocerlos cuando aparezcan.