El año cultural, en el mundo, está a punto de concluir su jornada, y las noticias que llegan resultan auspiciosas. Todo ha cambiado. Se han ido modificando esquemas de vida y el tiempo, el gran escultor, como decía Marguerite Yourcenar, va tejiendo nuevos filamentos, creando nuevos espacios y demoliendo tradiciones y ejercicios cotidianos que, a causa del desgaste se van convirtiendo en vetustas radiaciones de un pasado que cada vez queda más lejos.
El signo de los tiempos nos arrastra y nos arropa. Ignorarlo, o intentar frenarlo, y lo que es peor, contravenirlo, es una idiotez. La euritmia entre lo que fue, lo que es y lo que será: entre el estropicio del pasado vencido, la realidad que nos acogota el ánimo pero que es materia de insalvable superación, y lo que se ve venir o casi llega, eso que alguna vez tuvimos a mejor llamar futuro y que arribó hace rato a nuestro destino, es una dinámica de la hora que resulta indispensable atender, en todo su hervor, en toda su seductora energía.
La literatura, por ejemplo. Comenzaron a partir muchas de las grandes figuras que, por décadas, fueron parte de nuestras armonías lectoras. Otros van completando su obra, su trayecto, su empuje, y comienzan a surgir nuevas voces, nuevos talentos, nuevas formas de narrar, de refundar el acto poético, de pensar, de diagramar la historia y sus acertijos. La literatura en español va creciendo con nuevas figuras, algunas de las cuales comienzan a producir filas de fanes que buscan los nuevos textos que la promoción editorial difunde, que la crítica empuja y que el boca-a-oído disemina, que en esto sí que las cosas siguen siendo tan idénticas como hace siglos.
La pandemia del veinte cerró bibliotecas, clausuró librerías y detuvo la producción editorial. Pero, paradójicamente, se produjo un inusitado movimiento de lectores nuevos o renovados. Se vendieron libros, durante esa enferma etapa, que sobrepasaron las posibilidades anteriores a las fechas pandémicas. Y, como algo igualmente sorprendente, surgió el delivery de libros en grandes ciudades, y hasta en muchas pequeñas, y nacieron las librerías online. Siguen funcionando hasta hoy con mucho éxito, incluso en Santo Domingo. En aquella peste china que llegó con rapidez asombrosa a nuestras tierras y se llevó de la vida, bien temprano, a figuras de renombre, incluso en el quehacer de las letras, vimos surgir a librerías que, digitalmente, ofertaban libros a buenos precios y con rápido despacho. Aún existen, y participan en ferias y convites, se hacen sentir, se promueven, tienen clientes. Librería hoy que no engancha con la tecnología, no llega a Mongo, como decía mi abuela. Se lo advertí a Virtudes Uribe hace veinte años y no quiso adaptarse a la necesidad de poner sus libros en venta online.
La literatura sigue conectando con el conocimiento y hoy, en medio de una tecnología que también sirve -porque ese es su otro rostro- a la difusión de falsas noticias, de intrascendencias, dogmatismos posmodernos, tontadas en redes y opinaderos sin sustento, el libro es material indispensable para conocer la verdad o para asumirla como un reto, como una auténtica materia de debate, como un sueño palpitante que produzca vibraciones en el pensamiento y en el alma. La lectura engancha.
Cierto. Las librerías comenzaron a palidecer de unos años a esta parte. Muchas se descuidaron en hacer el aggiornamento que iban exigiendo los tiempos. Y les llegó la ruina. Otras, dieron el salto cualitativo y se aferraron a nuevas normas y ofertas. El año que va terminando retoma cauces con nuevas pujanzas. Hay que salir de la breña y entrar en la lidia. Este año se inició un proyecto, en plan turismo, de recorrer librerías icónicas del mundo. Las mismas que Jorge Carrión salió de gira a conocer en 2013. Se han reducido, pero no han muerto, y con toda seguridad, no morirán. El mapa de librerías de España revela que entre el 2022 y 2023 cerraron 185 librerías, un 6.2% de las existentes, pero todas aumentaron la plantilla. Tienen ahora más personal, debido a la demanda de lectores. Cataluña tiene 410 librerías, la parte de España con mayor cantidad de estas tiendas de letras. Le siguen, Madrid (392), Andalucía (386), la Comunidad Valenciana (255), Galicia (251) y León (226). He visitado pueblos pequeñitos de España y he encontrado, por lo menos, una librería igual de pequeña como el poblado, pero existe un lugar para buscar que leer. La mayor cantidad de librerías por 100,000 habitantes están en Castilla-León, Galicia, La Rioja, Asturias y Murcia. Un 6% de las librerías han dejado de tener un único establecimiento y han creado cadenas, aumentando los puntos de venta. El 65% de las librerías españolas que hace ocho años facturaban entre 30,000 y 90,000 euros han duplicado este rango. Cierto que han cerrado librerías de abolengo, como la emblemática La Galatea, de Salamanca, a causa de que estaban en un edificio que no era propio y el dueño, a causa de sus años y quebrantos, decidió venderlo. Hay que indagar bien para ver por qué suceden las cosas. En cambio, las librerías riojanas están apostando a convertirse en referentes culturales, mejorando la calidad de sus plantillas mediante cursos de mercadeo y gerencia, que seguramente eso falta aquí y allá, por lo mismo, porque los tiempos cambiaron y si no sabes gerenciar conforme la dinámica de los tiempos actuales, allá o aquí todo irá en franco declive.
La International Publishers Association y su informe Global eBook, que en 2019 informaba que en el mundo se publicaban 2.5 millones de libros – cuando ya por aquí no pocos, sin conocer mucho el movimiento de este ejercicio comercial y cultural, andaban pregonando la muerte del libro porque lo dijo Vicente- con Japón, Corea del Sur, Dinamarca, Islandia y el Reino Unido encabezando la mayor tropa de lectores del mundo. Entonces, España ocupaba el décimo-quinto lugar con 1,109 libros al año por persona, y Estados Unidos el décimo-octavo, con 1,043, aun cuando este último lideraba el mayor mercado de libros con 26% de las ventas en el mundo. Entre los latinoamericanos, solo aparecían Argentina y Colombia. Pues, miren ustedes, la misma entidad a que nos hemos referido, que lleva estas estadísticas anuales, ha declarado que entre 2023 y 2024 se han editado 900 millones de libros en el mundo, datos refrendados por UNESCO, siendo ahora China, Estados Unidos, Reino Unido y Japón los que ocupan los primeros lugares de producción y venta. Estos datos no incluyen la venta de libros usados, los libros comprados por bibliotecas, los libros electrónicos y el mercado de los audiolibros que tienen un buen crecimiento, pero aún muy lejos del libro en papel. De este grupo, Estados Unidos tiene un 68% de lectores, un incremento con relación a décadas anteriores que vino con la covid-19 y no ha detenido su avance. Hay países como Argentina, de envidiable historia cultural, donde todo anda mal, según me confiesan amigos escritores de allá. Y, por supuesto, la lectura ha caído por un despeñadero debido a las condiciones económicas reinantes. Algo similar ocurre en otros países. Empero, en Colombia, aumentan las librerías, las editoras alternativas y la calidad de sus escritores sigue vigente. En Medellín he visto en El Acontista, mezcla de café, restorán y librería (una idea a tono con los tiempos) a decenas de personas que llenaban aquel lugar con libros a manos, entre un café y arepas. Allí vi libros de Rita Indiana y Miguel Yarull, como en la mítica Casa del Libro de Madrid, he visto a Rita, a Junot Díaz y a José Mármol, en los estantes de entrada, donde están los títulos más promovidos.
El año cultural va cerrando con muy buenas noticias. La FIL de Guadalajara, la mejor feria del libro de Hispanoamérica, ha cerrado el pasado fin de semana con una cantidad récord de visitantes, unos 900 mil, una presencia de mayor cantidad de editoriales y de presentaciones de nuevos libros, y se habla de ventas inauditas, casi no esperadas. La Feria de Frankfurt, la madre de todas las ferias del libro, se celebró en octubre como nunca antes, teniendo a Italia como país invitado, a la inteligencia artificial como tema central y a los escritores superstar Yuval Noah Harari y Anne Applebaum. La FIL de Santo Domingo este año regresó a sus orígenes, el lugar de donde nunca debió salir, con un programa de coloquios bien concebido, la asistencia de figuras internacionales de mucha representatividad, aunque poco promovidas, y una edición digna y conforme estos tiempos de cambio que exigen gerencia cultural de alto nivel. Escogieron un lema que no pudo ser mejor: “Los libros conectan”. Que suban o bajen los lectores, las librerías o las editoriales, es harina de otra tienda. Todos necesitamos conectarnos con el libro para ser mejores profesionales, mejores periodistas, mejores escritores, mejores gobernantes, mejores seres humanos. Los libros conectan y el que lo ignore, se sumerge en el abismo o muere de inanición de pensamiento y saber. Y eso si es dramático.
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LIBRERÍAS
Jorge Carrión, Anagrama, 2016, 367 págs. Un recorrido por los tiempos y los espacios de los libreros y las librerías más importantes de la historia y la geografía mundiales. Una historia personal de la literatura y una autobiografía como lector.
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SHAKESPEARE & COMPANY
Sylvia Beach, Ariel, 2008, 235 págs. La historia de la célebre librería inglesa en París que tuvo como asiduos a Paul Valéry, Ezra Pound, T. S. Elliot, entre otros genios literarios. Los libros fueron rematados por Hemingway, al verse obligada a cerrar cuando la caída de París en la II Guerra Mundial.
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EL OCASO DE LA DEMOCRACIA LA SEDUCCIÓN DEL AUTORITARISMO
Anne Applebaum, Debate, 2021, 197 págs. Convertida en una de las ensayistas más leídas en el mundo, ganadora del Pulitzer. Sus libros son lectura obligada entre empresarios, políticos, estadistas y profesionales de la comunicación en el mundo. Una de las dos figuras centrales de la FIL de Frankfurt, recientemente celebrada.
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EL PESO DE VIVIR EN LA TIERRA
David Toscana, Candaya, 2022, 317 págs. Una de las mejores novelas de los años recientes. La figura más importante de los invitados a la FIL Santo Domingo este año, que debió merecer mayor promoción. Ganador con este libro de la Bienal Mario Vargas Llosa. Un autor de primer orden.
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ENCUESTA SOBRE HÁBITOS DE LECTURA
Funglode, 2003. 66 págs. La única encuesta lectorial realizada hasta hoy en República Dominicana, que estableció que los lectores frecuentes suman un 29%, los lectores no frecuentes un 34% y los que nunca leen o no lectores son el 37% de la población. Veintiún años después ¿cuántos lectores tenemos?