El mundo está entretenido con el derrocamiento del gobierno en Siria y la llegada al poder de unos rebeldes de corte islámico que han sumido el futuro del país en la incertidumbre. Por acá, en la comarca, andamos asombrados por una nueva masacre cometida en Haití por bandas criminales, que provocaron al menos 180 muertes a cuchilladas y machetazos en una zona repleta de ancianos.
Cada historia de esas es terrible, porque destaca cómo la violencia es usada para ejercer el poder, a costas de seres humanos que mueren a manos de ella sin que necesariamente estén metidas en las entrañas del conflicto. Son esos que llaman bajas de guerra, esos civiles que acaban muertos por estar atrapados en el fuego cruzado o simplemente por ser objetos de venganza. Esos dos conflictos, sin embargo, no son lo más importantes por estos días. Este inicio de semana ha traído un dato estremecedor en la guerra más cruenta que los seres humanos hayamos librado nunca, la guerra por la sobrevivencia de nuestra especie.
El observatorio europeo Copernicus reveló ayer que el año 2024 será el más cálido en los registros y será el primero en superar el umbral de calentamiento de 1.5 °C con respecto al periodo preindustrial que el Acuerdo de París marcó como límite para evitar catástrofes ambientales.
A pocos ha importado ese dato, porque las prioridades están en otro lado, sin querer entender que la Humanidad libra una guerra entre los que quieren salvar la especie mediante el control del calentamiento global y aquellos que niegan que estemos en un peligro de exterminio inminente. La guerra la ganan los negacionistas, comandados por las potencias que solo piensan en su desarrollo económico y en sostener su nivel de vida, sin tomarse en serio lo que nos viene para encima.
Copernicus asegura que pronto tocaremos 2.0 °C de temperatura promedio sostenida, con una alta posibilidad de que se supere. A partir de ahí los científicos no tienen claro qué podría pasar, pero a los seres humanos poco nos importa, porque preferimos pensar en Siria o en Haití para no tener que ver el enorme elefante en el cuarto.