En poco más de tres meses en su cargo, la ministra de Interior y Policía, Faride Raful, ya ha desarticulado un esquema de robo de armas de fuego y municiones a lo interno de la Policía Nacional, que solo en balas produjo la distracción de unas 900 mil unidades, muchas de ellas que fueron encontradas en poder de las pandillas que asedian a los haitianos en su país.
Eso, paralelamente a llevar la reforma de una institución que desde hace décadas debió de ser intervenida por los altos niveles de corrupción que se conocen de ella.
Obviamente, al enfrentar intereses de delincuentes a esos niveles, la integridad física de cualquier funcionario estaría en juego, por lo que necesita una protección más que especializada.
No obstante, algunas voces irracionales cuestionan de manera ridícula que la ministra Raful tenga un equipo de seguridad que la cuide.
¿En serio?
No es nada extraño que se haga oposición, pero tampoco hace sentido que se raye en un ridículo tan grande como ese.
Porque, al final de cuentas, lo único que se logra es desacreditar por completo la crítica que se pretende hacer.