En enero del año pasado, la empresa Falconbridge Dominicana entró en una espiral que dejó a todos los empleados que trabajaban en la mina de níquel en un limbo.
Inexplicablemente, 14 semanas pasaron sin cobrar y los colaboradores de Falcondo seguían esperando una respuesta ya fuera del Ministerio de Trabajo, de Energía y Minas o de quien fuera, hasta el pasado 1 de noviembre, cuando recibieron pagos luego que el Gobierno intervino para que la empresa declarara de utilidad pública varias de sus propiedades y así pagarles a los empleados.
Parte de las propiedades intervenidas incluyeron el Club Social Falcondo –un lugar de recreación para los empleados de la empresa durante muchos años– y el Centro Educacional Bonao, donde estudiaban la mayoría de los hijos de los empleados.
¿Qué pasa ahora?
Por décadas Falcondo fungió como el centro económico de la provincia de Monseñor Nouel y de buenas a primera se quedaron, literalmente, en el aire.
Aunque todavía quedan algunos obreros laborando en la mina, el resto desconoce cuál será la solución definitiva a su situación. Ojalá que llegue pronto.