“La ciencia de cómo el cerebro aprende a leer” es el título de una de las conferencias que se impartirán en la Feria del Libro. Corre a cargo de Laura Virginia Sánchez, de Unibe, y despierta muchas preguntas. Interrogantes que no hemos logrado responder en años en los que confirmábamos que los alumnos reprobaban la lectoescritura sin que desde las autoridades competentes se plantearan en qué estaban fallando.
¿Cómo aprender historia, geografía, física o matemáticas sin dominar la lectura? ¿Cómo entender el mundo y moverse por él sin las herramientas del lenguaje, esas que nos hacen más humanos? A golpe de video o de cápsulas de información y mensajes breves se sobrevive, claro que sí, pero también se vive expuesto a la manipulación de otros… que viven de cápsulas de información y video.
Entender por qué tantos, tantísimos, alumnos llegan a graduarse de bachiller sin ser capaces de comprender un texto o por qué en la universidad apenas pueden con cuatro páginas fotocopiadas ayudará a corregir los errores que nos cuestan un 4% del PIB. Laura Sánchez no tendrá las respuestas a estos problemas, pero sí puede darnos pistas de cómo empezar a cambiar el origen.
Cómo aprendemos a leer es tan intrigante como saber cuándo los maestros se olvidaron de enseñar a leer.
Las escuelas de países más avanzados vuelven a poner libros físicos en las manos de los alumnos. Fuera pantallas por unas horas para que sus manos pasen páginas y sus cerebros hagan gimnasia mental. Vuelven los libros que exigen concentración, silencio, esfuerzo y salen de las aulas los dispositivos electrónicos que nunca, al menos aquí, funcionaron mínimamente bien.
Años perdidos en la edad crucial para aprender a leer. Hay deudas que unas generaciones contraen con otras. Esta nos la van a cobrar caro.