Es tremenda avilantez de la inexperimentada canciller haitiana, del clan de Claude Joseph, declarado enemigo de República Dominicana, acusar al país de “racismo de Estado”, siendo funcionaria de una orgullosa “república negra”. Embajadores europeos expresaron luego privadamente preocupación por la imagen dominicana, una manera de presionar que amerita responder inteligentemente con firmeza y convicción. Los incidentes anecdóticos no significan una política de Estado racista. Aquí hay mil veces más respeto por derechos civiles y humanos que en Haití, de donde huyen casi todos indocumentados. Indignarse por el trato a los haitianos en las repatriaciones es absurdo pues las condiciones de deportación son mas dignas que como entran ilegalmente. Mas indignante es el enorme negocio ilegal para militares y funcionarios, con sobornos para soltarlos. Debemos exigir macana legal y consecuencias para los corrompidos por el trafico ilegal, pero también mayor control del lado haitiano, pues estimular la emigración ilegal sí es política de Estado en Haití. También responder y combatir la incesante campaña de descrédito contra nosotros, parte de la idiosincrásica atribución de todas las miserias haitianas a extranjeros, sin reconocer sus enormes culpas propias e incapacidad para gobernarse legalmente.