Es probable que muchas empresas y profesionales dominicanos ya estén exportando servicios sin siquiera saberlo. Según la Organización Mundial del Comercio (OMC), existen cuatro modos de exportar servicios, pero hoy nos enfocaremos en el Modo 1: los servicios prestados de manera online.
Prodominicana estima que las exportaciones de servicios modernos en 2023 alcanzaron los US$1,806 millones. A nivel global, las exportaciones de servicios crecieron un 8%, y en América Latina y el Caribe el crecimiento fue del 12%. Esto sin considerar los servicios incorporados en las exportaciones de bienes, como patentes, marcas, diseño y tecnología, que agregan un valor significativo a esos productos.
Históricamente, las políticas públicas han sido lentas en apoyar e incentivar el sector de servicios, limitando la creación de ecosistemas que fomenten la inversión privada, la formación de talento y la generación de empleo. Parte del problema radica en la falta de datos y en que muchos subsectores con mayor potencial no están representados de manera sólida en los organismos que abogan por políticas públicas favorables.
República Dominicana cuenta con estrategias enfocadas en impulsar las exportaciones de servicios modernos, la digitalización, la ciberseguridad y el nearshoring. Estas iniciativas están avanzando en distintas áreas y deben ser apoyadas. Las exportaciones de servicios no tradicionales tienen un potencial extraordinario. Por ejemplo, se proyecta que los servicios de outsourcing crecerán un 6% a nivel global, alcanzando los 900 mil millones de dólares en 2027. A su vez, los servicios creativos, como los videojuegos y la animación, podrían crecer un 17% hasta llegar a los 173 mil millones en 2030.
Una tendencia que ha cobrado fuerza, especialmente desde la pandemia, es el trabajo freelance o “microsourcing”, en el que personas prestan servicios a empresas extranjeras desde la República Dominicana. No obstante, recaudar impuestos por las ventas realizadas a través de plataformas internacionales que no operan localmente es un gran desafío.
La reforma fiscal en curso representa una oportunidad para crear un entorno más favorable para las empresas de servicios basados en el conocimiento. Es fundamental simplificar los trámites, reducir la carga impositiva y garantizar un trato equitativo con respecto a las exportaciones de bienes.
Aunque este artículo no toca el tema de los incentivos porque es extenso, éstos deben ser parte de la discusión. Es vital comprender la operativa de las empresas de servicios, especialmente en el ámbito digital. Los insumos esenciales, como programas y plataformas, deben ser considerados herramientas de trabajo sin gravar impuestos adicionales. Resulta paradójico que un software en formato físico esté exento de impuestos, mientras que uno en modalidad de suscripción sí los pague. Hoy en día, incluso servicios como Microsoft Office se contratan mediante suscripciones.
En resumen, se debe incentivar a las mipymes y a los solopreneurs a formalizarse mediante un sistema equitativo que les permita competir sin la carga de “exportar impuestos”, al igual que los exportadores de bienes. La reforma fiscal debe actualizar medidas administrativas y facilitar la expansión internacional de estos sectores que representan una parte clave del crecimiento económico del país porque no solo son sectores exportadores, sino que también son motores de innovación y competitividad para otros sectores.