Aunque en estos días se habla principalmente de las reformas a la Constitución, al Código Laboral y de la Ley de Modernización Fiscal, hace más de un año que el Gobierno inició la llamada reforma policial, cuyo objetivo es transformar profundamente una institución que desde hace mucho tiempo ha mostrado la urgencia de un cambio significativo.
En los últimos cuatro años, se han mejorado las condiciones socioeconómicas de los agentes, con importantes aumentos salariales y otros incentivos en áreas como la salud, el transporte y la vivienda, con el propósito de brindarles una mejor calidad de vida.
Además, se ha puesto un fuerte énfasis en la capacitación de la Policía Nacional, para que esté mejor preparada para ofrecer el servicio que la ciudadanía necesita. A pesar de los avances, aún queda un largo camino por recorrer antes de que la Policía sea percibida por los ciudadanos como una mano amiga y no como una entidad represiva, imagen que ha arrastrado históricamente. Sin embargo, es evidente que se están dando los pasos necesarios para lograr esa transformación y adaptarse a las exigencias de los tiempos actuales.