Llama poderosamente la atención que los escritores dominicanos sobre la Era de Trujillo, que han sido muchos y bien calificados, hayan pasado por alto -sin emitir ningún tipo de comentario- la controversia planteada por Delio Gómez Ochoa en su libro “Constanza, Maimón y Estero Hondo: la victoria de los caídos” respecto a la muerte del alegado “gánster y pistolero” cubano Policarpo Soler.
En su obra, publicada en Santo Domingo en el 2010, Gómez Ochoa sostiene haber visto preso en la cárcel de La Victoria a Soler y lo más importante, haber sido testigo de su muerte a tiros en ese recinto, donde él estaba encarcelado en 1959.
La afirmación de quien fuera uno de los líderes del frustrado movimiento antitrujillista, origina una controversia por cuanto siempre se ha creído y dicho que Soler, quien se refugió en el país y actuó a las órdenes de Trujillo, fue ultimado a balazos por agentes del Servicio Militar de Inteligencia (SIM) que lo perseguían, en una vía pública de la Capital.
Esta última versión la han dado hasta la saciedad todos los que han escrito o comentado sobre hechos punteros de los finales de la dictadura, uno de ellos el affaire Trujillo-Batista después que éste último vino aquí el 1 de enero de 1959 tras perder el poder la noche antes en La Habana.
El pleito Trujillo-Batista envolvió a Soler, quien desde antes se movía en Santo Domingo y trabajaba al servicio del dictador dominicano. Lo envolvió de tal manera que sucumbió junto a dos familiares que también se encontraban aquí.
No se ha producido una versión lo suficientemente fuerte que deje en claro en qué radicó el problema entre Trujillo y Soler que culminó con la muerte del último, sea en una calle de la Capital perseguido por los sabuesos del SIM o sea en la cárcel de La Victoria en un hecho dramático que afirma haber presenciado Gómez Ochoa, quien está vivo en su país natal y ocasionalmente visita Santo Domingo.
Mayor análisis
Lo cierto es que ese suceso histórico de las postrimerías de la dictadura bien merece mayor discusión, análisis público y planteamientos serios que permitan una aproximación a la verdad.
Es de justicia reconocer que el escritor cubano Eliades Acosta Matos, en el tomo II de su libro «Fugas equivocadas, Machado, Batista y Trujillo, una historia de violencia y traición», editado en el 2021, recoge la afirmación de Gómez Ochoa en el sentido de que la muerte de Policarpo Soler y dos familiares se produjo en la cárcel de La Victoria, aunque Acosta menciona también la versión original de acribillamiento en la calle.
Se trata de un libro de tres tomos, de los cuales solo están disponibles en estos momentos (2024) los dos últimos. El número 3 es el más interesante y en él se profundiza en el conflicto Batista-Trujillo.
El hoy comentarista radial y médico Julio Hazim ha dicho varias veces (y lo repitió recientemente en el programa de you tube de José Miguel Soto Jiménez y Máximo Morel Marichal) que vio los cadáveres de Soler y sus acompañantes en el hospital Salvador B. Gautier y que siempre creyó la versión oficial de que habían sido ultimados en la calle.
Pero la afirmación de Gómez Ochoa es que todo ocurrió por fusilamiento en la penitenciaría de La Victoria, donde él se encontraba.