La confiscación en la República Dominicana de un avión que se dice es de Nicolás Maduro ha causado un revuelo de alta intensidad, pero lo cierto es que esa incautación por parte de los Estados Unidos no cambiará nada en Venezuela, de hecho, no mejorará absolutamente nada.
Si bien es una forma de lanzar un mensaje al gobierno venezolano de que es vigilado y que le costará dinero su insistencia en mantenerse en el poder, lo cierto es que en lo práctico la incautación tiene poco efecto, sobre todo, si se protege a quienes facilitaron la transacción de compra-venta de esa aeronave, con matrícula en el paraíso fiscal europeo de San Marino. La semana pasada vi dos programas interesantísimos emitidos en Estados Unidos y Alemania, respectivamente. Se analizaban muy bien los temas de Venezuela, Nicaragua y Cuba, con la tesis de que las sanciones económicas promovidas por Estados Unidos a esos países se convertirían en imposibles de concretar a fondo, porque los recursos de seguimiento a esas políticas no son ilimitados en el gobierno estadounidense. Decían, con razón, que la mayor parte de la estructura del Departamento del Tesoro para esos fines está dedicada a perseguir las sanciones a países como Rusia, Irán o Corea del Norte, por lo que conseguir que las restricciones comerciales a Venezuela, Nicaragua y Cuba sean aplicadas a fondo provocaría desviar importantes recursos hacia acá, lo cual no es de interés en Washington.
Estoy de acuerdo con esa premisa y voy a más. Cuba es el mejor ejemplo de cómo la política de los bloqueos económicos no funciona y hasta acaba provocando efectos inversos, pues termina por fijar en el poder a quienes quieren sacar y quitando independencia económica a quienes pueden hacerles frente.
Confiscarle un avión, dos o tres a Maduro no provocará cambio alguno. No me sorprendería que ya tenga otro disponible para sus viajes. Acentuar la política de aislamiento económico y político tampoco provocará mayores cambios y afincará más a Maduro en el poder. ¿Qué hacer? La respuesta se sabe, pero es de esas cosas que no se dicen.