Imagina un país donde el crecimiento económico ha sido constante, donde en las últimas tres décadas, los avances han sido tangibles para todos sus ciudadanos. La República Dominicana ha experimentado precisamente eso: un desarrollo sostenido que ha mejorado la calidad de vida, ha atraído el reconocimiento internacional y ha consolidado una estabilidad política envidiable en la región. Sin embargo, este avance, aunque significativo, no está completo. Hay una pieza faltante en este rompecabezas de progreso que, de no ser abordada, podría limitar la verdadera transformación de la nación.
Esa pieza clave es la expansión de la economía formal, en particular, la formalización y el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas (Pymes).¿Por qué es importante que un país se enfoque en la formalización de las pequeñas y medianas empresas? La respuesta es simple pero poderosa: estas empresas son el motor de cualquier economía vibrante. Son las que generan empleo, impulsan la innovación y, eventualmente, se convierten en grandes corporaciones que dominan mercados, exportan productos y servicios, y contribuyen de manera significativa al PIB nacional. Si las Pymes prosperan, el país entero prospera.
Entonces, ¿qué impide que la República Dominicana se convierta en un hervidero de actividad emprendedora, donde las Pymes florezcan y evolucionen? Dos palabras: código laboral y código tributario.Vamos a analizar esto desde la perspectiva de un pequeño empresario, alguien que quiere abrir un colmado, una tienda o un pequeño taller. Este emprendedor se enfrenta a una realidad en la que las mismas reglas que rigen a las grandes empresas se aplican a su incipiente negocio.
El código laboral, con su complejidad, y el código tributario, con sus exigencias, crean barreras casi insuperables para el pequeño empresario. ¿Es razonable esperar que un colmado pague la misma cantidad de anticipos fiscales que una cadena de supermercados? ¿Es justo que un taller pequeño tenga que cumplir con los mismos requisitos de cesantía que una fábrica con cientos de empleados? Si la respuesta a estas preguntas es no, entonces debemos cuestionar por qué seguimos aplicando un modelo de «talla única» a un ecosistema empresarial tan diverso.Pero, ¿qué pasaría si modificáramos estos códigos para que sean más accesibles y comprensibles para los pequeños y medianos empresarios? La respuesta es que veríamos un incremento significativo en la formalización de empresas.
Más emprendedores estarían dispuestos a salir de la economía informal y entrar en la economía formal, lo que no solo les beneficiaría a ellos, sino al país en su conjunto. Al simplificar los códigos laborales y tributarios para las Pymes, el gobierno enviaría un mensaje claro: «Queremos que crezcan, y estamos aquí para apoyarlos». Esto no solo incentivaría la creación de nuevas empresas, sino que también fomentaría un entorno en el que las Pymes puedan evolucionar y eventualmente convertirse en grandes.
El éxito de una economía no se mide solo por las grandes corporaciones que la componen, sino por la salud y la vitalidad de sus pequeñas y medianas empresas. En las Pymes es donde reside el potencial de innovación, empleo y crecimiento sostenible. Si la República Dominicana aspira a continuar su camino de desarrollo, no puede ignorar la necesidad de reformar sus códigos laborales y tributarios para hacerlos más accesibles a las Pymes. Ahora, algunos podrían argumentar que la creación de un sistema tributario y laboral diferenciado podría ser complicado o incluso injusto para las grandes empresas.
Pero, ¿no es más injusto mantener un sistema que sofoca el crecimiento de los pequeños emprendedores? ¿No es más complicado gestionar una economía con una gran cantidad de empresas informales que no contribuyen de manera plena a la economía formal? Si queremos un país donde todos tengan la oportunidad de prosperar, debemos crear un entorno donde los pequeños negocios no solo puedan sobrevivir, sino que también puedan crecer y convertirse en grandes empresas.
En resumen, la República Dominicana se encuentra en una encrucijada. El crecimiento económico de las últimas décadas ha sido impresionante, pero para que este crecimiento sea verdaderamente inclusivo y sostenible, se necesita una reforma que aborde las necesidades de las pequeñas y medianas empresas.
Simplificar los códigos laborales y tributarios no es solo una cuestión de justicia, sino también de pragmatismo económico. Un entorno empresarial más favorable para las Pymes resultará en una economía más dinámica, con más empleo, más innovación y, en última instancia, un mayor bienestar para todos los dominicanos. Es hora de que el país dé el siguiente paso en su evolución económica, y eso comienza con la creación de un entorno en el que todos los empresarios, sin importar su tamaño, tengan la oportunidad de crecer y prosperar.