Toya Viudes, periodista de profesión, creció viendo el cuadro titulado Lavanderas, que pintó su tía abuela Rosario de Velasco en 1934. Su tamaño, técnica y color siempre le habían fascinado, y constantemente se preguntaba cómo una artista así había caído en el olvido.
Por ello, puso en marcha la iniciativa de reivindicar su figura y darle el lugar que merece en el arte.
Luego de conseguir el visto bueno para organizar una exposición, hace año y medio decidió lanzar una iniciativa por X (antiguamente Twitter) para rescatar la obra de la artista. Debía localizar los cuadros perdidos, que eran esenciales para la muestra.
Se aventuró con la siguiente campaña: «¿Reconoces esta firma?, ¿La has visto en algún cuadro? Para una gran exposición en el Museo Thyssen y en el Bellas Artes de Valencia buscamos obra de Rosario de Velasco. Por favor, comparte y ayúdanos a encontrarla».
La artista firmaba con un monograma con la R de su nombre y la V de su apellido. La firma empezó a compartirse por la red y comenzaron a llegar los primeros mensajes y a aparecer los cuadros guardados durante años en colecciones privadas.
La convocatoria fue todo un éxito y la exposición ha sido posible gracias a la colaboración de decenas de personas que se hicieron eco del llamado.
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Así llegué también yo a esta historia, al igual que centenares de personas más, cautivadas por el entusiasmo y ahínco de Toya, quien nos ha hecho partícipes de este su gran proyecto.
Rosario de Velasco nació en Madrid, España, en el año 1904. Y a pesar de ser una artista fundamental del siglo XX, con galardones en reconocidos certámenes internacionales y muestras en salas dentro y fuera de su país, nunca se había realizado una exposición dedicada exclusivamente a su obra.
También perteneció a la Generación del 27, a las llamadas «Sinsombrero». Mujeres transgresoras, valientes, muchas de ellas pintoras, poetas, novelistas, escultoras e ilustradoras que trataron de romper con las convenciones sociales y culturales de su tiempo.
Asimismo, trabajó como ilustradora de los Cuentos para soñar, escritos por María Teresa León y los Cuentos para mis nietos, de Carmen Karr, entre muchas otras obras.
Lo que más ha disfrutado Toya, aparte de la receptividad y colaboración de una colectividad, es descubrir a la gran mujer que era su tía abuela, más allá de la artista cuyos dotes son irrefutables.
Cuenta con orgullo que había una frase que siempre decía Rosario de Velasco: «puedo llegar a donde otro ha llegado», y así ha sido. Ella está presente y su sobrina nieta nos la ha traído de vuelta.