Al doctor Mario Alonso Puig lo conocí a través de las redes sociales. Me enamoré de su sabiduría y capacidad. Es un ser humano maravilloso.
Después, mi asistente Marcelle le escribió en mi nombre y él aceptó que lo entrevistara. Usted puede ver los videos en mis redes, al igual que los ríos de tinta que han corrido después.
Alonso Puig vino a Miami y asistí a su charla. Conocerlo, frente a frente, no fue lo mismo que entrevistarlo en la distancia. Jamás creí que este hombre, tan sumamente educado y preparado en diferentes áreas, podría ser tan agradable y simpático.
Llevé a mi esposo, y se volvió su primer fan. Mario me regaló su libro, que me ha dejado buscando todos los que ha escrito antes.
Mario Alonso Puig es un gran comediante, aunque él no lo sabe. Me reí muchísimo aprendiendo, un método que he defendido toda la vida.
No sé por qué la gente piensa que, para enseñar, tenemos que aburrir, usando una serie de palabras técnicas que la gente no entiende. El que habla así es el que no sabe de lo que está hablando.
Como estudié PNL y tengo una maestría en programación neurolingüística, sé que el éxito de un comunicador es precisamente conectar bien, algo que mi gran amigo hace a la perfección.
Jamás me había reído tanto en una charla tan profunda y bella. Dijo muchas cosas que yo ya sabía, porque compartimos muchos entrenamientos. Aprendí, y disfruté aprendiendo.
Tenga claro que si a usted no lo entienden, entonces no se ha comunicado bien. Y el responsable será siempre usted. Al que comunica, la gente lo aplaude de pie, porque siente que su vida mejoró después de haber compartido dos o tres horas.
Eso significa que se comunicó y llegó a una cosa muy linda: formar un vínculo con otro ser humano. Es exitoso mezclar conocimientos profundos y difíciles con maneras sencillas, para que la gente reflexione.
Dios te bendiga, Mario, porque el mundo necesita varios hombres como tú. España debe sentirse orgullosa de que hayas nacido allí.
El mundo necesita ponerse de pie y darte un aplauso. Dios te ayude a seguir llegando a mucha gente. Yo, al menos, haré todo lo que pueda para que, cada día, los millones de personas que me siguen, te sigan a ti también.
Vuelve pronto, amigo. Estoy aquí sentada, esperando, para aprender y disfrutar contigo. Venimos al mundo a aprender, pero, mientras más sabemos, tenemos el deber de transmitirlo a los demás.
Si usted tuvo la oportunidad de aprender todo lo que este hombre sabe, está obligado a compartirlo con los demás. La sabiduría no es suya, no le pertenece, se la ofreció Dios. Ojalá y tengamos muchas personas como Mario. ¡Que Dios te bendiga, amigo!