En un artículo anterior me referí al primer testimonio de Antonio Imbert Barrera sobre la noche del 30 de mayo en el que narró cómo Trujillo fue abatido a tiros. Hoy sabemos que se trató de un relato dictado en casa de los esposos Mario y Dirce Cavagliano, la noche del viernes 2 de junio de 1961, luego de que esos nobles ciudadanos italianos lo acogieron en su hogar y lo protegieron durante seis meses. Liliana, la hija del matrimonio, fue quien tomó el dictado y pacientemente lo copió a maquinilla.
Postreramente, Bernard Diederich y Miguel Guerrero tuvieron acceso a una copia de un texto que entonces y ahora se creyó era el texto original dictado por Imbert en 1961, y luego celosamente guardado por algunas personas claves de la resistencia antitrujillista. Pese a que dicho documento nunca trascendió a la luz pública, algunos estudiosos e interesados en las interioridades de la conspiración del 30 de mayo recibieron una versión en formato de fotocopia e incluso hubo medios que lo reseñaron.
Recientemente, en su estudio biográfico sobre Imbert Barrera, el periodista e historiador José Báez Guerrero reprodujo inextenso el documento de marras señalando que, cuando este fue divulgado públicamente, Imbert se molestó sobremanera (ver, Antonio Imbert Barrera. Su vida y época, 2024). Aunque no reveló la causa de tal disgusto, soy de opinión de que la divulgación del documento se hizo sin su consentimiento o porque en algunos aspectos la versión que circuló difería de su relato original.
Si se examina con detenimiento el documento incluido en el libro de Báez Guerrero, puede concluirse en que se trata de un texto diferente del original de 1961, el cual, según he podido indagar, no excedía de una hoja 8 ½ por 11 a maquinilla. En sintonía con este razonamiento se puede inferir que alguien, que no fue Imbert Barrera, años después interpoló algunos párrafos en el primer texto con el fin de configurar una narrativa más completa acerca de aquel suceso memorable.
Al confrontar este documento con la extensa entrevista que en 1964 Imbert Barrera concedió al periodista nicaragüense Francisco Aguirre (Pancho), publicada en El Caribe a principios de abril de ese año, se advierten algunas inconsistencias entre ambos textos en cuanto se refiere a detalles y pormenores del complot tiranicida.
Por ejemplo, el documento que ahora se publica tiene por título “Relación del ajusticiamiento del dictador Trujillo”, lo que sugiere que fue pensado para publicación posterior. En esa época los términos “dictador”, “tirano”, y “ajusticiamiento”, etc., no eran de uso frecuente por lo menos en el lenguaje coloquial de los conjurados. En cambio, en la entrevista con el periodista Aguirre, Imbert repitió el nombre de Trujillo poco más de 50 veces, y solo en dos momentos, conforme a una pregunta del entrevistador, se refirió a Trujillo como “tirano” y al acto de eliminarlo físicamente como “ajusticiamiento”.
Es curioso que en un relato dictado apresuradamente, sobre todo cuando los principales autores de la muerte de Trujillo eran objeto de una intensa persecución por parte de los organismos de seguridad del régimen, Imbert se ocupara de detalles específicos como el lugar de la emboscada: “en el tramo comprendido entre la Feria Ganadera y el Cruce de Haina”; área donde ciertamente Trujillo perdió la vida, pero que no se trató de un punto predeterminado por los conjurados. Continuaré con el tema.