El presidente Luis Abinader hace bien en evitar que su toma de posesión se confunda con un foro para debatir la crisis en Venezuela, como propuso el mandatario de Panamá, José Raúl Mulino.
Aunque las intenciones son buenas, habrá invitados que tienen una posición diferente frente a la crisis venezolana. Hay que respetar la diversidad de opiniones, aunque estemos totalmente comprometidos con una salida democrática en la patria de Bolívar.
No podemos olvidar que somos los anfitriones y la tarea primordial es no desairar a los invitados.
Como mencionó Abinader ayer, las discusiones sobre Venezuela se llevarán a cabo de manera extraoficial, ya que es inevitable que los presidentes interesados en el tema se reúnan para conversar e incluso planificar algunos pasos a seguir en el futuro cercano.
La toma de posesión, más que destacar las diferencias, debe ser un momento para fortalecer las coincidencias.
Mantengamos esa postura y aprovechemos la presencia de los líderes regionales para celebrar lo que es ejemplar: la instauración de un gobierno democráticamente elegido.