No me sorprende para nada la postura idéntica de los actuales presidentes de México, Manuel López Obrador, de Colombia, Gustavo Petro, y de Brasil, Luis Ignacio –Lula– Da Silva, frente al intento de La Narcodictadura venezolana, que encabezan Nicolás Maduro Moro, Diosdado Cabello, Jorge Rodríguez y Vladimir Padrino López, de desconocer el voto del pueblo venezolano para arrancarse de encima a dicha cruenta dictadura.
Nunca vi a Manuel López Obrador, ni antes de ser presidente de México ni siéndolo, criticar a la dictadura cubana ni exhortarla a respetar los derechos humanos.
Tampoco vi nunca a Gustavo Petro, ni antes de ser presidente de Colombia ni siéndolo, criticar a la dictadura cubana ni exhortarla a respetar los derechos humanos.
Igualmente tampoco vi nunca a Luis Ignacio –Lula– Da Silva, ni antes de ser presidente de Brasil ni siéndolo, criticar a la dictadura cubana ni exhortarla a respetar los derechos humanos.
Tampoco vi a dichos tres personajes criticar en momento alguno a La Narcodictadura venezolana ni exhortarla a respetar los derechos humanos. Al contrario, lo que ví fueron expresiones de defensa a la misma.
Ahora bien, ¿se podía esperar de esos tres personajes criticarla y exhortarla a respetar los derechos humanos?
Para mí semejante cosa no era ni es esperable: Luis Ignacio –Lula– Da Silva fue quien, tras la caída del Muro de Berlín, de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y de las mal llamadas ´´Democracias Populares´´ (¿?) de Europa del Este, promovió el Foro de Sao Paulo, es decir, del Foro político que reunió a todos los dirigentes políticos latinoamericanos de izquierda nostálgicos de esas opresiones que consideraban que dichas opresiones eran ´´la varilla mágica´´, (¿?) ´´el modelo a seguir´´(¿?) , para solucionar los problemas de los países latinoamericanos; que reunió a todos aquéllos dirigentes comunistas que de repente con aquellas caídas sintieron que el mundo, su mundo ideal, se derrumbaba a sus pies. Y no obstante haber visto esas caídas producto del fracaso del sistema político por el que propugnaban decidieron en aquel deleznable Foro seguir considerando dicho modelo político como el ideal y seguir luchando por instaurar el mismo.
A ese Foro de Sao Paulo acudió Manuel López Obrador, a ese Foro de Sao Paulo acudió Gustavo Petro, a ese Foro de Sao Paulo acudió gran parte de la actual cúpula de La Narcodictadura venezolana y ese Foro de Sao Paulo fue dirigido por Luis Ignacio –Lula– Da Silva y todos sus puntos programáticos antidemocráticos, entre ellos la continuidad de la lucha contra la Democracia Representativa y sus instituciones, fueron propuestos por éste.
De ahí que, ¿porqué y cómo se le va a exigir a ésos tres granujas actualmente presidentes, respectivamente, de México, de Colombia y de Brasil que se pronuncien y les reclamen ardorosamente a componentes de una Narcodictadura que participó con ellos en ese Foro de Sao Paulo?
Pedirles a ésos tres granujas que defiendan en Venezuela la Democracia Representativa y sus instituciones es lo mismo que pedirles peras al Olmo o pedirles al alacrán que transforme su naturaleza.
Los demócratas de Latinoamérica deben, pues, olvidarse de contar con que dichos tres granujas le exijan a la cúpula de La Narcodictadura venezolana respetar la voluntad popular expresada por el pueblo venezolano en las urnas el pasado Domingo veintiocho (28) de Julio del presente año dos mil veinticuatro (2024).
Los demócratas de Latinoamérica lo que deben es ocuparse de aunar esfuerzos entre ellos para adoptar una línea de posicionamiento y combate a La Narcodictadura venezolana al margen total de dichos tres granujas (Manuel López Obrador, Gustavo Petro y Luis Ignacio –Lula– Da Silva), pues éstos, más que amigos de los narcodictadores venezolanos, son cómplices de los asesinatos, de los secuestros, del empobrecimiento y de la sangre que éstos últimos vienen derramando en Venezuela.