Si Putin, los Ortega-Murillo, China, Cuba y los incombustibles de Podemos, Sumar y Bildu te felicitan inmediatamente por ganar unas elecciones… es que hay que (re)contar los votos. Pero lo importante no es que los déspotas habituales apoyen a Maduro o que la izquierda insensata de España, con Zapatero como embajador del chavismo, aplauda.
Lo que importa es que una parte muy valiosa de Latinoamérica ha decidido parar los pies a una de las dictaduras enquistadas en su territorio. Que Maduro rompa relaciones diplomáticas con siete países de la región es una buena señal dentro de la tragedia que enfrenta el pueblo venezolano. La diplomacia de la buena voluntad y los ojos cerrados también tiene un límite que ni una mancha de petróleo puede ignorar.
Siete millones de desplazados desde que el régimen chavista arrancó hace ahora 25 años. Son cifras de ACNUR, de septiembre de 2023. Siete millones de personas acogidas en su mayor parte por países hermanos. Siete millones de venezolanos que faltan en su patria para sacarla adelante.
Si hay suerte, Maduro estará negociando su salida y su impunidad. Cuba o Nicaragua serían un excelente nuevo hogar y que además le acompañe y proteja la policía cubana que despliega sus conocidas habilidades de control y represión en Venezuela.
La oposición venezolana es fuerte, coherente y por encima de todo… valiente.