Me tomo la libertad de usar el título de una famosa película boricua, porque me parece que es perfecto para describir lo que pasa en Venezuela. Quien piense que la ruta para derrotar a Nicolás Maduro en Venezuela pasa por unas elecciones, está completamente desubicado.
Una vez más, por tercera ocasión, el señalado como sucesor por Hugo Chávez se sale con la suya y “gana” las elecciones en Venezuela. Una vez más mucha gente se da por sorprendida. Una vez más la oposición política reclama el fraude electoral. Una vez más la comunidad internacional protesta los resultados. Una vez más se desatan protestas. Una vez más se amenaza con medidas de aislamiento. Una vez más no pasará nada. Una vez más “Nicolás y los demás” seguirán ocupando el poder con su descaro habitual y mofándose de quienes los desafían.
Entendamos que para que pase algo en Venezuela no hay que enfocarse en “Nicolás”, más bien hay que fijarse en “los demás”. El chavismo no se trata de Nicolás Maduro, el chavismo es un sistema político, una ideología, un concepto social, un manual, un equipo, un estilo de vida. Y como tal, Nicolás no es otra cosa que su figura mediática, pero el brazo ejecutor está formado por miles y miles de personas, desperdigadas por toda Venezuela y fuera de ella para garantizar su permanencia. Esos son “los demás”.
Entonces, el tema de devolver a Venezuela a una democracia pasa por tratar a “los demás”, no a Nicolás. Ganar unas elecciones es muy complicado mientras haya una estructura interna sólida, apoyada por los militares, reforzada por la inteligencia cubana, tolerada por una oligarquía que se ha ajustado y ha visto una gran oportunidad en la realidad actual, e ignorada por una parte de la comunidad internacional que sólo se interesa en las reservas de petróleo de Venezuela y a su enorme catálogo de recursos. No nos hagamos de ilusiones que no tocan. Hay que combatir y regresar a Venezuela a la senda de la democracia, pero eso no pasará con sueños, requiere de mucho trabajo a diversos niveles. Esta oposición sembró algo importante, que se puede aprovechar, pero con el ojo puesto en “los demás” y no en Nicolás.