“Me voy al final del río, allí donde los salmones son felices”, con esta intrigante frase cierra la obra: “¿Quién es el Sr. Schmitt?”, escrita por el renombrado dramaturgo francés Sebastián Thiéry. Esta pieza teatral, poco convencional y sorprendente, llegó la noche del viernes a la Sala Ravelo del Teatro Nacional Eduardo Brito, bajo la producción de Patricio León y la dirección del maestro Manuel Chapuseaux.
La obra, que se caracteriza por su transición de la comedia a la tragedia, cuenta con un elenco magistral compuesto por Patricio León, Laura García Godoy, Noel Ventura y Eliot Cuduco. Además, en esta ocasión, la actriz invitada Elvira Taveras, se unió al reparto. Cabe destacar que en cada puesta en escena habrá un actor invitado sorpresa, lo que añade un elemento de expectación y novedad a cada presentación.
¿Quiénes somos? ¿Es verdad que somos libres para construir nuestra vida y decidir nuestro destino? Con esas interrogantes “¿Quién es el Sr. Schmitt?” invita a los espectadores a reflexionar sobre los límites de la realidad y la salud mental.
Esta historia, que comienza de manera serena, se transforma en un torbellino lleno de emociones donde todo parece fuera de control. Los personajes se encuentran en una realidad distorsionada que los deja descolocados y en una situación de desasosiego e indefensión, llevándolos a cuestionarse su propia existencia e identidad.
Los personajes, acorralados por una realidad asombrosa y separada de su mundo, enfrentan situaciones que parecen del todo irreales. La obra juega con la percepción de la realidad, haciendo que el público desconfíe de cada escena y se sumerja en una experiencia teatral única y conmovedora.
“¿Quién es el Sr. Schmitt?” continuará presentándose este fin de semana en la Sala Ravelo del Teatro Nacional. No pierda la oportunidad de vivir esta experiencia teatral que desafía los límites de la realidad y la percepción.
¿Cuán real es la imagen que tenemos de nosotros mismos?
La historia nos lleva a la apacible vivienda del matrimonio Carnero, en el momento en que ambos se preparan para cenar. Un día más, una rutina que se repite dentro de la tranquilidad del hogar. Pero nada más lejos de la realidad. Un teléfono que comienza a sonar (y que en un principio nos hace pensar en lo descuidado que es siempre el público del teatro) incomoda al marido y lo saca de su estado de tranquilidad, que reinaba durante la cena. Todo comienza a acelerarse cuando descubren que el aparato que suena se encuentra en su salón, y ellos no tienen teléfono. Extrañado y aturdido contesta el teléfono, y ahí comienza su particular vía crucis. Al otro lado del teléfono preguntan por el Señor Schmitt, al que ellos no conocen… o eso piensan. La casa, a partir de ese momento, comienza a mutar, empiezan a ver que todo lo que les rodea no pertenece a su casa, la ropa, los libros, los cuadros, todo colocado en el mismo lugar de siempre, pero todo diferente a como era unas horas antes, cuando llegaron del trabajo. El pánico se apodera de ambos cuando se dan cuenta de que no pueden salir de su propia casa, o ¿quizás no lo es? ¿Han entrado en casa del Señor y la Señora Schmitt? ¿Alguien les está suplantando la identidad? ¿se han vuelto locos? ¿Quién miente? ¿Quién dice la verdad? ¿Quién es el Señor Schmitt?