Esta es una historia que comenzó hace diecinueve años y que ha venido, desde entonces, recorriendo un largo camino de investigación, documentación y escritura, para concluir en un libro de respetables dimensiones y de enorme aporte al conocimiento, no solo de cómo se escribe la historia de una provincia sino de cómo debe producirse un texto de historia nacional.
En 2005, Edwin Espinal escribió lo que sería el primer volumen de la Historia Social de Santiago de los Caballeros, abarcando los años de 1863 a 1900. Al año siguiente fue seleccionado libro del año al recibir el Premio Nacional Feria del Libro Eduardo León Jimenes. Bernardo Vega introducía la obra y don Gustavo Tavares la presentaba. Repasadas hoy las notas y subrayados de la lectura de tantos años atrás comprobamos que, desde ese primer acercamiento a la historia de su ciudad nativa el autor manejaba el mismo instrumental de análisis y ordenamiento de la obra que patentiza en los dos volúmenes publicados recientemente.
Aquel primer volumen, de hace casi dos decenios, se iniciaba con el incendio de Santiago y el combate entre las tropas anexionistas de España y los soldados restauradores, en 1863, y concluía con la enumeración detallada de los servicios públicos en el Santiago de inicios del siglo XX. Debieron pasar quince años para que este muy activo historiador diera por concluida su misión historiográfica para con su pueblo, completando la labor iniciada en 2005 con otros dos volúmenes que se dirigen a la evaluación y desarrollo de la historia social santiaguense, abarcando esta vez los años de 1900 a 1916, o sea desde la era de Concho Primo y la entrada de Santiago al siglo veinte, hasta la recreación de la sociabilidad urbana, que incluye los centros de diversión, barberías y hoteles (en el primer volumen) y desde la vida cultural y literaria, hasta el vanguardismo feminista de aquella época y lugar, cuando ya entrábamos al difícil periodo de la ocupación norteamericana (en el segundo volumen). Este libro obtuvo en 2020 el Premio Nacional de Historia José Gabriel García, pero no ha sido hasta cuatro años después cuando se ha publicado. Ha debido suponer un enorme trabajo de corrección y ordenamiento editorial, digámoslo de ese modo, para entregarlo a los lectores.
Si en aquel primer volumen, de hace diecinueve años, Edwin Espinal mostraba una escritura dinámica, de lectura ágil y con el encanto propio de la investigación escrutadora que aprisiona al lector, de la misma manera los dos volúmenes siguientes mantienen esa línea de conducta escritural y de calidad investigativa, sin que se observen cambios en textos producidos y publicados en un periodo de tiempo que puede considerarse extenso. Aunque editorialmente se indiquen, correctamente por demás, que estos textos recientes constituyen dos volúmenes, en verdad Espinal ha escrito tres sobre esta historia social de Santiago, lo que quiere decir que estamos frente a una sola obra en tres partes y en dos periodos diferentes. Una obra monumental, de una dimensión poco usual en la historiografía dominicana relacionada con las provincias, tal vez solo comparable con los dos tomos sobre la historia de La Vega de Jovino Espínola.
Estamos frente a un historiador que ha mantenido por tres lustros el mismo estilo expositivo, el mismo formato de escritura histórica y la misma calidad investigadora, permitiendo que los lectores de su gran texto podamos disfrutar de un libro cautivador, lleno de detalles que sorprenden porque el autor no permitió que se les escaparan, y pleno de informaciones que atestiguan los valores y la trascendencia de una sociedad construida históricamente bajo los andamios de una andadura social de cincuenta y tres años, rubricada por el amor a su tierra de sus prohombres y de sus mujeres más virtuosas y señeras.
Lo mío, he de confesarlo, es un asombro de lector. Si me impresionó asomarme a la lectura de aquel primer tomo de poco más de cuatrocientas páginas, mucho más -no exagero- casi sentí temor de asumir la lectura de las 1,826 páginas de los dos volúmenes recientemente publicados. Me obligaban dos razones: mi vocación de lector que expande los ojos cuando, con frecuencia, debe enfrentarse a libros de gran dimensión, tan comunes siempre pero como que en estos tiempos casi parece normal; y mi empeño de décadas en conocer la historia de nuestras provincias, no solo por ser un provinciano, sino porque siempre he manifestado que la historia nacional solo puede ser escrita con fidelidad en la medida en que se produzca y crezca el gran manojo de las historias de las provincias dominicanas. Es un tema que vengo asumiendo desde los tiempos del suplemento Biblioteca, en Última Hora, y que he tratado, cuando me ha sido posible, de impulsar con acciones concretas en la publicación de los autores que provienen de esa parte del país que llamamos, con cierta displicencia e inexactitud, el “interior”.
Puede uno saltarse algunas páginas, trozos específicos del contenido (esa es una norma y derecho de lector), pero he leído complacido estos dos volúmenes de la Historia Social de Santiago de los Caballeros, abarcadores esta vez del periodo 1900-1916. Y no satisfecho, he ido a buscar al anaquel que conserva las historias de provincias, para releer las anotaciones al volumen de Espinal publicado en 2005, no solo para redondear la historia con el texto con el cual se inició esta gran aventura intelectual, sino porque percibí, con mi buena memoria, que aquel primer libro estaba escrito con las mismas claves de los dos últimos. Y esto es un logro que creo debe destacarse, porque esto no es labor común, quiero decir mantener una misma línea textual, un mismo engarce de los sucesos expuestos, una narrativa similar, siempre eficaz, atrayente, pormenorizada, y con un cuerpo de ideas y documentación fidedigna, es ganancia literaria concebida, impulsada y conquistada por un escritor que respeta su oficio y trata de comunicar sus haberes con dominio de las formas y manejo fiel de la documentación a mano. Y menciono literatura, porque Espinal es historiador formado, pero igualmente es un escritor literario, demostrado en los distintos libros que ha publicado. A su investigación la respalda su escritura y el baremo descriptivo y narrativo de la investigación histórica.
Esta obra suya está llena de episodios variados y distantes, en cuanto a objetivos de exposición y valor social. Empero, deslumbra ver el tratamiento que da, digamos, a los retratos sociales de la élite santiaguera o a las manifestaciones culturales de la tradición, como el carnaval, y adentrarnos al mismo tiempo en las estructuras económicas, en los orígenes de su población migrante o en la historia de las nombradías literarias y periodísticas que ha dado lustre histórico a la ciudad corazón.
Edwin Espinal, heredero de la labor fundamental de los importantes historiadores que ha dado Santiago al país, con Julio Genaro Campillo Pérez, Carlos Dobal Márquez, Mu-kien Sang y Danilo de los Santos a la cabeza, es hoy, como reconoce Frank Moya Pons al prologar esta obra, el historiador social por excelencia de la capital cibaeña. Pero, es al mismo tiempo, el autor -hasta donde alcanza nuestra entendedera- de la mejor historia de provincia que se haya escrito y publicado en República Dominicana. Una obra, la suya, que debe servir de ejemplo de cómo debe abordarse una historia provinciana, donde puedan conjugarse los aspectos que aquí hemos esbozado. Bien dice Roberto Cassá en la presentación: “La vastedad expositiva y su fructífero resultado responden a un propósito metodológico que se puede calificar de intensivo”. Una intensividad, decimos nosotros, donde se muestran la seriedad y tenacidad de una investigación que no se frena ante la más mínima porción que sirva al relato histórico, ni tampoco se sustrae a que la escritura histórica contenga relieve literario, algo que muy pocos historiadores alcanzan.
Estos tres volúmenes, en ediciones separadas, puede que no concluyan la historia social de Santiago que ha develado el autor. Tal vez se interese en seguirla ampliando hasta nuestra época. De ser así, el cetro de su reinado historiográfico provincial será imposible de superar. Pero, si así no fuese, bastan estos para otorgarle a Edwin Espinal un lugar de honor en la confección de la historia de provincias, que no tiene precedentes en la historia general de la literatura dominicana, con esta formidable biografía -permítanme llamarla de esta forma- de la provincia más provincia de todas las provincias dominicanas.
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HISTORIA SOCIAL DE SANTIAGO DE LOS CABALLEROS 1863-1900
Edwin Espinal Hernández, Amigo del Hogar, 2005, 419 págs. Inicio, hace 19 años, de una gran aventura intelectual, que está unida, necesariamente, a los dos volúmenes siguientes. La biografía del primer Santiago de América. Con prólogo de Bernardo Vega.
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HISTORIA SOCIAL DE SANTIAGO DE LOS CABALLEROS 1900-1916
Editora Nacional, 2024, Dos tomos: 1,826 págs. 10,000 notas. Un millón de palabras. 7 libras de peso los dos tomos. Una amplísima documentación. Un aporte sin precio. Prologado por Frank Moya Pons y Roberto Cassá.
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SANTIAGO: LA PROVINCIA MÁS PROVINCIA: A 155 AÑOS DE SU CREACIÓN
Edwin Espinal Hernández, Mediabyte, 2000, 190 págs. Los reconocidos historiadores Fernando Pérez Memén, Juan Daniel Balcácer y Carmen Durán le otorgaron el primer lugar en el concurso nacional sobre historia de las provincias (Región Cibao Central) en 1999. Prologado por Daniel Beltré y J. D. Balcácer.
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CONSTRUYENDO EL PROGRESO DE SANTIAGO
Edwin Espinal Hernández, Amigo del Hogar, 1998, 270 págs. Esta es la historia de la Asociación Cibao de Ahorros y Préstamos, tan indispensable en la construcción moderna de Santiago, fundada por Arturo Grullón, Gustavo Tavares, Carlos Bermúdez y Tomás Pastoriza.
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40 AÑOS, UNA HISTORIA
Edwin Espinal Hernández, Amigo del Hogar, 2001, 348 págs. Historia de la Asociación para el Desarrollo de Santiago, al decir de su principal fundador, don Víctor Espaillat Mera, “creada por un espíritu cívico, para hacer las cosas que no se podían hacer durante y hasta el término de la dictadura”. Prólogo de don Alejandro Grullón.