Todos clamamos por la lucha contra la corrupción… hasta que nos tocan a nuestros corrupto favorito.
El Ministerio Público dominicano hace acuerdos con delincuentes, llamados delatores privilegiados, para conseguir condenas para imputados con mayor rango de responsabilidad y es sometido a cuestionamientos peores que los de la Inquisición.
Pero es muy fácil detectar de dónde provienen las críticas, pero más fácil aun es encontrar a quién defiende esa parte.
Cuando se hablan de acusaciones que involucran decenas de miles de millones de pesos, y se tienen pruebas como las presentadas por los investigadores, no se puede pretender echarle agua al vino o que los fiscales anticorrupción se manejen como monaguillos.
Las campañas de descrédito contra aquellos que tratan de poner las cosas en orden se encuentran a la orden del día.
La teoría dominicana de que queremos un policía recto para los otros pero uno suave para nosotros debe terminar, si realmente queremos los cambios que tanto anhelamos.
No se puede seguir pretendiendo que algo es malo si lo hace otro, pero positivo cuando me toca a mi recibirlo. Así no funciona.