El dinero que el gobierno dominicano se gasta en las oficinas que ha abierto para servicios en el extranjero no se justifica en ningún escenario.
Se entendiera si fueran servicios concretos, como los que ofrece Banreservas, que tienen un sentido práctico ineludible y autofinanciado. Pero lo cierto es que dependencias como el Intrant, Proconsumidor, Supérate o el Ministerio del Interior y Policía nada tienen que hacer gastando millones sin sentido.
Esas oficinas son decorativas y habría que ver si todas han cumplido con los requerimientos que ponen países como Estados Unidos a las operaciones de naciones foráneas en su jurisdicción.
Esos servicios, en todo caso, deberían manejarse debajo de las delegaciones diplomáticas, como lo hace la mayoría de las naciones en el mundo y como la República Dominicana lo hace en la mayoría de sus embajadas y consulados.
El presidente Luis Abinader debe poner un ojo en los más de RD$800 millones que se gastan al año en unos servicios cuestionables, con unos recursos que deberían estar enfocados en el territorio nacional, más cuando estamos a las puertas de una reforma fiscal.