En el mundo de hoy, todos somos una marca personal. Muchas veces, sin saberlo y sin darnos cuenta, ya no somos seres humanos normales, común y corriente como antes, sino que somos el fruto de la percepción de nuestro personal branding.
Las redes sociales han revolucionado nuestras conductas sociales, nuestros valores personales, nuestras prioridades, nuestras acciones y sobre todo, han cambiado nuestra forma de ver la vida y de comunicarnos entre nosotros mismos.
El teléfono se usa cada vez menos. Los encuentros personales y las citas presenciales pasarán a ser cosa del pasado. La mayor vía de comunicación hoy día, son los DM, el whatsapp y las videollamadas o reuniones virtuales.
Ya no somos quienes realmente somos, sino quienes el público percibe que somos. En muchos casos, ni siquiera nos conocen por los nombres que tenemos en nuestros documentos de identidad, sino que nos identifican por el user de nuestras cuentas en redes sociales.
Entonces, sería válido preguntarnos: ¿Quién define el valor de nuestra marca personal? 1.- Todo el mundo, es decir, el público en general que nos observa; 2.- la audiencia o el blanco de público (target) a quienes pensamos que le interesa nuestra imagen, es decir, los followers; 3.- nuestro círculo más íntimo, quienes creemos que realmente nos conocen, es decir, nuestros “amigos”; 4.- las personas que queremos atraer, es decir, nuestros potenciales clientes, seguidores y/o votantes; 5.- nuestros familiares y equipo de apoyo más cercano, es decir, las personas que pueden hablar de nosotros con propiedad, porque nos conocen bien y son nuestro equipo de apoyo, empleados, colaboradores, asociados, nuestros incondicionales; 6.- nosotros mismos; 7.- todas las anteriores.
Personalmente soy de opinión, que la respuesta correcta sería todas las anteriores, porque al final de cuentas, todos esos grupos de personas que hemos señalado, son los que generarán una matriz de opinión sobre nosotros, pero… la verdadera marca personal o personal branding de cada uno de nosotros y/o de nuestras empresas, nace de nosotros mismos.
No somos lo que exhibimos. Por eso hay tanta falsedad. Publicidad engañosa. Decepciones. Idealizamos personas por lo que vemos en sus redes. Confiamos en empresas y valoramos marcas por lo que falsamente creemos que representan. No hay mucha coherencia entre quienes somos y quienes aparentamos ser. “Dime de qué alardeas y te diré de qué careces” señala un afamado refrán.
Antes de presentarnos, debemos rediseñarnos y reconstruirnos interiormente. Lo primero que tenemos que hacer, para ser una marca personal y definir la imagen que queremos proyectar sobre nosotros mismos y/o nuestras empresas, es amarnos, sincerizarnos, hacernos una introspección, saber qué estamos dispuestos a sacrificar y cómo enfocar nuestras energías, hacia el objetivo establecido y la estrategia diseñada, según la meta que queremos alcanzar.
Para lograr todo esto, es necesario trabajar primero la autoestima y el amor propio. No podemos empezar a construir un edificio por el último piso. Un partido de béisbol no empieza en el noveno inning. Lo primero es lo primero. Y lo primero debe ser empezar por nosotros mismos.
Más que la pobreza, más que el hambre y la falta de alimentos, más que el desempleo, la salud, la seguridad o la educación, el principal problema de la humanidad somos los seres humanos y nuestros traumas emocionales y psicológicos, que la mayoría de las veces arrastramos desde niños, porque nuestros padres lo sufrieron de nuestros abuelos y lo repitieron con nosotros, convirtiéndonos en la repetición y consecuencia de sus traumas, y muchos de nosotros lo pasamos también a nuestros hijos y ellos a nuestros nietos.
Hay muchos libros, talleres y seminarios sobre amor propio y autoestima, pero personalmente me atrevo a decir, que nadie está en mejores condiciones de amarnos más que nosotros mismos. Nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. En nuestro interior, sabemos lo que tenemos que hacer para elevar nuestra autoestima y nuestro amor propio. No tiene nadie que venir a decirnos lo que tenemos que hacer. Nosotros mismos lo sabemos. Solamente tenemos que tomar la decisión de reunirnos con nosotros mismos y escucharnos. Anotar los puntos. Trazar un plan y arrancar. El camino más largo empieza con el primer paso. El punto es, estar dispuesto, empezar a hacerlo y mantener la consistencia de seguir haciéndolo uno y otro día. Un día a la vez. Sin prisa. Pero sin pausa. Antes de pensar en hacer una imagen de nosotros mismos para el público, hagámosla frente al espejo y para nosotros mismos. Ahí empezará nuestro amor propio. Ahí empezará a elevarse nuestra auto estima. Frente al espejo.