Es hora de que un cúmulo de dirigentes políticos dominicanos den un paso atrás y permitan la renovación generacional e ideológica en sus partidos políticos.
El mensaje, de acuerdo a los resultados de las elecciones del pasado domingo, es muy obvio y pensar que tienen alguna oportunidad de redención es una locura.
No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de quiénes son. Hablamos de Leonel Fernández, Danilo Medina y Miguel Vargas. Cada uno de ellos, junto a su círculo de confianza, deben hacer las maletas y dejar el espacio libre a una nueva generación de dirigentes, como lo hizo el Partido Revolucionario Moderno, que ante la negativa del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) de renovarse, formó sus filas y aquí estamos, viviendo la ola azul que ha arropado todo el país. Mientras, el PRD, el que se quedó atrás, ahí está, desaparecido como organización.
En la misma ruta va el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Si Danilo Medina y compañía piensan que tendrán un segundo aire en el 2028, pues sepan que no. La única oportunidad que tiene el PLD de volver por su fueros estriba en darle espacio a una nueva generación y sacar del medio a cualquier persona vinculada a los gobiernos marcados por señalamientos de corrupción.
El caso de Leonel Fernández no es distinto. Que haya sido el segundo más votado no significa que sea una verdadera fuerza política. Pero la Fuerza del Pueblo tiene dos cartas que son una línea en las figuras de Omar Fernández y Rafael Paz. Omar ha emergido como la principal carta opositora. Ser el anti-PRM en el próximo cuatrienio le ganará muchas simpatías. Paz, por su parte, salió de oro cuando tuvo que dejar pasar sus aspiraciones, pues se podrá pegar a Omar y formar una dupla que enviará un mensaje refrescante y alternativo, si Leonel los deja.
Estas elecciones dejaron también un crecimiento a un partido como Esperanza Democrática, de lo cual hay que preocuparse, porque su populismo podría ganar tracción en ese 40 % de descontentos con el ejercicio democrático, cosa mala, pues ya sabemos a lo que lleva eso.