Las pasadas elecciones presidenciales y congresionales dejaron lecciones diversas, pero por encima de todo, quedó claro el mensaje de que tener un proceso electoral pacífico y bien organizado es posible en la República Dominicana, a pesar del pensamiento de los más escépticos.
Vimos cómo la jornada de votación se realizó de manera limpia, con un comportamiento ejemplar de los candidatos y con pocos incidentes que comentar, más allá de las viejas malas prácticas de los partidos de insistir en la compra de votos o alborotar en los centros de votación.
La Junta Central Electoral (JCE) se graduó y los malos augurios que lanzaron algunos dirigentes desde la oposición no se cumplieron, lo cual, al final, es bueno para todos los dominicanos. Quedó claro que cuando el organismo rector hace bien su trabajo, su ejecución acaba por liquidar con la especulación que provoca la campaña política.
Estas elecciones, marcada por un peligroso nivel de abstención, enseñaron que no se gana con fake news, con encuestas manipuladas, con intentos de desestabilización en la opinión pública, con campañas sucias y todas esas artimañas de la vieja política. Los electores se han ido refinando y cada vez más responden a otro tipo de estímulo, más matizado por las propuestas, las soluciones y el análisis objetivo, que la crítica destructiva o las mentiras.
La oposición debe tomar nota de todo ello y comenzar a delinear desde ahora su estrategia de cara al 2028, si es que quieren presentarse como una opción. Los dos partidos que dominaron la escena política dominicana desde finales de los 90 se han estrellado con esa realidad y ahí vemos al Partido de la Liberación Dominicana y al Partido Revolucionario Dominicano como vivos ejemplos. La Fuerza del Pueblo tampoco es que surge como una opción realista hoy, pero de la mano de Omar Fernández, quien debe rescindir de la figura de su padre, podría ser un grupo a mirar en ruta a las elecciones de 2028. Ha quedado claro que hay una masa enorme de gente que no está identificada con nadie. Ahí hay un potencial movimiento. Cuidado que no lo alimente un populista, porque eso podría traer un gran problema. b