Esta campaña electoral ha sido de sorpresas.
En la casilla de lo inesperado y sorprendente hay que colocar el enorme gasto de recursos en campañas a puestos congresionales.
Es un escándalo.
Se ha visto aspirantes a senadores y diputados derrochar dinero que solo se justificaría si encabezasen la boleta presidencial del partido.
Pensar que la verdadera realidad es de una oposición sin muchos recursos y un presidente al que las encuestas más serias dan como ganador por amplio margen.
Debe haber una explicación para esos gastos exagerados, que llevan a concluir que se necesita ser un potentado para pretender hasta una regiduría.
La competencia intrapartido es un reflejo de esas “inversiones” en candidaturas. Se están creando estructuras con los ojos muy bien puestos en el 2028.
Todos los precandidatos o soñadores a ser candidatos en el 2028 se están preparando: la competencia es por más senadores y diputados en sus parcelas.
A quienes se ayuda hoy con recursos no necesariamente apoyarán mañana cuando cambien los panoramas.