«Aunque he tenido éxito desde los 18 años, siempre me he sentido normal. Y ese equilibrio no es fácil», ha contado muchas veces esta artista, humilde y perfeccionista, que se recarga cuando sube al escenario y se emociona cuando, en las presentaciones, se alude a su origen: Italia.
«No creo que hubiese tenido esta carrera si hubiera nacido en otro país», opina una apasionada Pausini, declarada amante de la pizza y para quien la familia lo es todo.
Madre de una hija, cumplió su sueño cuando en 2013 nació la deseada Paola. A la artista le costó un tiempo quedarse embarazada, pero eso ya pasó y ahora disfruta del «amor de su vida».
Segura de que los premios son sólo una parte del éxito, opina que «algo falla si no hay nadie con quien compartirlos».
Y lo dice quien tras 30 años de carrera ha vendido más de 70 millones de discos, ganado un Grammy, cuatro Grammys latinos, un Globo de Oro a la mejor canción original por «Io si», por la que también fue nominada a un Óscar, y ha rodado un documental sobre su vida.
Pero también quien recibe el cariño de su familia y del público por partes iguales.
Del pueblo al estrellato
“Mamá, ¿cómo se comportan los famosos?”, preguntó Laura a su madre al día siguiente de ganar el Festival de San Remo en 1993, con sólo 18 años. Y la respuesta seguro que no fue fácil.
Cuando todo estalló, Laura -una «chica de campo», como ella se define- apenas conocía los alrededores de Solarolo, una pequeña localidad de la provincia de Rávena, donde se crió.
En el piano-bar del pueblo cantaba junto a su padre, Fabrizio, también cantante, por lo que el micrófono no le era desconocido, pero ahora Italia entera se rendía a sus pies.
En una carrera meteórica, «La solitudine», la canción con la que había ganado el festival y a quien «le debo todo», copaba ya un año después las listas de éxitos de Europa y los contratos traspasaban fronteras.
«Pasé de montar en bicicleta a coger un avión cada día para viajar por el planeta», reconoce ella misma.
Y el resto ya es historia. La intérprete de canciones tan famosas como «Se fue», «Entre tu y mil mares» o «Yo canto» no ha parado desde entonces de cosechar éxitos.
Asimismo, ha publicado 14 álbumes en total, en italiano y español -un idioma que adora y domina-, hasta convertirse en una de las artistas italianas más queridas en España y en Latinoamérica.
La Laura comprometida
Pero si hay un galardón del que Laura se siente especialmente orgullosa es el de su designación, en 2023, como Persona del Año.
Este reconocimiento lo otorga la Academia Latina de la Grabación, entidad que se encarga de realizar los Latin Grammys y que en este caso valora no solo los méritos artísticos del candidato, sino también su participación en la defensa de causas sociales y humanitarias.
Y es que desde sus comienzos la italiana no ha dejado de comprometerse en la lucha por la igualdad de las mujeres o los derechos LGTB, así como la pobreza, el hambre o el cambio climático. «Cuando ayudas a los demás recibes más de lo que das, y eso es muy enriquecedor», opina Paula.
Espontánea y desbordando intimidad, durante la ceremonia de entrega del galardón, que tuvo lugar en Sevilla, coincidiendo con sus 30 años de carrera, la artista agradeció a sus padres «que decidieron no ir al cine y hacer el amor ese día» para crear a «la italiana más latina del mundo», según ella misma se ha definido.
Días después arrancaba su novena gira mundial por los escenarios más prestigiosos del mundo y el cartel de «todo vendido» en la mayoría de sus conciertos.
La «famiglia»
La extensa gira se convertía también en la Luna de Miel de la artista, que en marzo de 2023 se había casado con Paolo Carta.
Carta fue su pareja sentimental desde hacía 18 años, pero también su músico (guitarrista) y compositor, además del padre de su hija Paola, a la que acaba de dedicar una canción: «Hogar natural».
La boda era el broche de oro de una historia que no había sido fácil.
Laura llegaba a ella después de varias experiencias sentimentales fallidas tras las que reconoció que necesito ayuda psicológica, y Paolo era un hombre separado y padre de familia numerosa, lo que no convencía a la italiana, que por sus convicciones religiosas no se atrevía a dar el paso de salir con él.
«Tardé mucho en aceptar este amor, pero era demasiado fuerte», afirmó Laura.
Aceptado, las declaraciones de amor mutuas han sido una constante a lo largo de casi dos décadas: “No es mi culpa si me explota el corazón cuando hablo de nosotros». Y así continúan.