No hay cosa más molesta para un viajero que su vuelo sea cancelado o se retrase por razones operacionales de la aerolínea que lo sirve.
Esos retrasos provocan todo tipo de problemas a quien viaja y desatan efectos en cadena en los aeropuertos que no hay dinero en el mundo que pueda compensarlos.
Así que el Departamento de Transporte de Estados Unidos, inundado por años por las quejas contra las aerolíneas, ha tomado el toro por los cuernos y ordenó a esas empresas pagar en efectivo cualquier retraso o cancelación no justificada en los vuelos desde, hacia y dentro de territorio estadounidense.
La medida coloca a las aerolíneas en una ruta única de evitar sus excesos, pues se acabaron los cupones de comida u hotel, o el reembolso en pasajes por sus problemas operacionales. Ahora volverán, como fue antes, a pagar en efectivo.
Que conste que las aerolíneas tienen todavía el derecho a acogerse a no pagar nada cuando la causa de los retrasos no tiene que ver con ellas, como efectos naturales, emergencias aéreas, situaciones operacionales en los aeropuertos o tardanzas atribuidas a los pasajeros.
Esperemos que las aerolíneas se pongan para lo suyo y mejoren.