Pregunta: Dra. Simó, cuando no hay amor, pero sí cariño y respeto por los años que hemos vivido, ¿cómo podemos romper sanamente? Hay hijos, hay terceras personas, y no quiero que se vean afectadas.
Respuesta
No existe una forma de terminar donde el dolor no sea protagonista, aunque ambos estén convencidos de que es lo mejor, es natural sentirse desenfocados en los siguientes días o semanas, con la duda haciéndose presente constantemente repitiendo como un eco: ¿habré hecho lo correcto?
Con respecto a la familia, incluyendo a los hijos, lo importante es ser honestos, decirles que ahora como pareja no seguirán juntos, pero que continúan siendo un equipo, que papá ya no estará en la casa (si es lo que decidieron), pero para los chicos lo importante es sentir que el padre que sale de casa no abandona.
Por eso, es recomendable hacer rutinas de llamadas, las visitas no deben nunca saltarse y que los hijos sientan que, aunque estén separados, siguen contando con ambos.
Es importante no involucrar a los hijos en los temas que llevaron a los conflictos de pareja y tratar que la familia de origen y política no intervenga en la toma de decisión.
Siempre el que está fuera de la dinámica opinará desde su percepción, la cual puede estar totalmente ajena a lo que realmente ocurrió, pues existe una verdad dividida ya que cada uno de ustedes tendrá su versión del porqué se está dando la ruptura.
Finalmente, la idea no es convencer a nadie de la decisión, sino más bien tratar de respetarse ya que por los hijos tendrán que seguir compartiendo y, aunque el amor de pareja se acabó, nunca deben olvidar lo que hoy sostiene el vínculo: “Los Hijos”, que siempre necesitarán padres presentes y coherentes.