El manejo de las relaciones diplomáticas por medio de las negociaciones y el uso de los métodos pacíficos para la solución de las controversias que puedan surgir entre Estados, parecen que están en riesgos en pleno siglo XXI.
Cuando observo el escenario internacional tras los avances tecnológicos y la adopción de un sinnúmero de instrumentos jurídicos internacionales con el fin de regular tanto los derechos humanos de las personas como las prerrogativas de los Estados en sus relaciones interestatales, llama la atención el hecho ocurrido en Ecuador cuando su gobierno irrumpió en la Embajada de México el pasado 5 de abril del corriente para arrestar al expresidente Jorge Glass y, posteriormente, el ataque inédito de Irán a Israel que, sumados a la tensión mundial que ha provocado el conflicto armado entre Rusia y Ucrania e Israel y el grupo Hamás, veo un alejamiento al respeto de los principios y normas que rigen en la práctica diplomática.
Hugo Grocio, uno de los padres fundadores del derecho internacional en el siglo XVII, decía: todo lo que nos aleja del derecho nos debilita. Se está debilitando la diplomacia; están en riesgo sus fundamentos, y se ponen en peligro los usos y costumbres que la han caracterizado por épocas.
En el caso de la República del Ecuador, un país con tradición en la formación de diplomáticos en su conocida Escuela y conocedor de los temas de asilo diplomático, pues vivieron, además, una situación con el caso de Julian Assange, quien permaneció siete años asilado en la Embajada ecuatoriana en Londres, resulta injustificable una violación de tal magnitud a la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, del 18 de abril de 1961, justo casi al cumplirse 63 años de la suscripción de tan importante instrumento, que es la espina dorsal de las relaciones diplomáticas entre Estados.
Me pregunto, independientemente de las razones que haya tenido el gobierno del Ecuador y las conversaciones previas que pudo sostener con el gobierno de México: ¿Qué impacto tendrá este hecho para la diplomacia moderna?, ¿sentará un precedente en la región de América Latina, donde solo se mantiene la figura del asilo diplomático? ¿Qué más puede cambiar en el área en los tiempos actuales?
Creo que pese a los muchos avances y democratizaciones de algunos aspectos diplomáticos, las normas y reglas del derecho diplomático deben aplicarse y respetarse ya que prevén medidas para buscar soluciones pacíficas y porque son las garantías para la paz y las seguridades internacionales. Valga resaltar, que además de las reacciones en contra de los países latinoamericanos, se debe llamar a un diálogo reflexivo y de consecuencias, así como al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, las cuales mantienen desde hace 187 años. De lo contrario, se proyecta un mensaje negativo en una comunidad internacional que ha sido erosionada por las constantes violaciones a los compromisos contraídos y la dicotomía que mantiene entre la teoría y la práctica, que lejos de ayudar, debilitan el sistema internacional.