La decisión del gobierno de poner coto a las fiestas extremas en playas u otros puntos durante la Semana Santa es correcta y debe ser apoyada por todos.
La intención de un grupo de empresarios del entretenimiento de convertir estos días en una suerte de “Spring Break” a la dominicana debe ser combatida, pues hará mucho daño en diversos aspectos.
La Semana Santa debe ser considerada como un tiempo de tranquilidad, en el cual aquellos que quieran honrar sus creencias lo hagan en paz y los que no, disfruten de días calmados en familia.
Ese concepto de “break primaveral” ha sido desastroso en otros países y provocado regulaciones extremas, por la falta de autocontrol de quienes asisten a esos eventos.
El turismo dominicano siempre se ha caracterizado por su clima familiar y por su tranquilidad en las playas, no por fomentar periodos de desmanes, con megaeventos playeros que acaban destruyendo nuestros preciosos recursos naturales y nuestra reputación.
El gobierno debe mantenerse firme y arrancar de cuajo cualquier esfuerzo que busque alterar la paz social.