En una playa de El Salvador frecuentada por surfistas, la comerciante María Aguirre asegura que fue «buenísimo» haber invertido 2,200 dólares en comprar bitcóin hace cuatro años pues ahora, con la subida de la criptomoneda, tiene 19,000 dólares.
En 2021 El Salvador fue el primer país del mundo en instaurar al bitcóin como moneda de curso legal, por iniciativa del presidente Nayib Bukele, quien también ha sacado cuentas alegres en los últimos días.
Bukele festejó la semana pasada que el gobierno acumula 5,689 bitcóins, que sumaban 406 millones de dólares, pero pocos salvadoreños usan la criptomoneda, cuya cotización ha alcanzado niveles récord por encima de los 72,000 dólares.
«Hoy que ha dado la subida ha sido buenísimo y yo estoy muy contenta», relata Aguirre a la AFP en su pequeño negocio de venta de alimentos y refrescos en la playa El Zonte.
Con una amplia sonrisa, la comerciante atiende a un cliente que compra un refresco y pan dulce en su «Tienda Mary», cuya fachada exhibe un pequeño rótulo que dice: «Se acepta bitcóin«.
Situada a 58 km al suroeste de San Salvador, la playa recibe el apodo de «Bitcoin Beach» por haber sido el primer lugar del país que acogió masivamente el uso de la criptomoneda para hacer pagos.
Es un popular destino de fines de semana, aunque no es un lugar barato, y entre sus 3,000 habitantes hay varios extranjeros dueños de hostales. «Bitcoin Beach» también es el nombre de una aplicación usada en la zona para hacer transacciones.
La criptomoneda también tiene muchos usuarios en playas cercanas a El Zonte, como El Tunco y El Sunzal. Pero la situación no se replica a nivel nacional.
Caso excepcional
La casa de ladrillos y láminas de zinc le sirve a Aguirre de negocio y vivienda. Se encuentra en una angosta calle, rodeada de otros pequeños comercios que también aceptan el bitcóin además del dólar, moneda de curso legal desde 2001, cuando El Salvador eliminó su moneda nacional, el colón.
El bitcóin le ha cambiado la vida a esta comerciante de 53 años, pues le ha dado «una mejor estabilidad» económica, por lo que confía en «hacer crecer» su negocio.
Aguirre ha podido comprar lavadora, cocina, refrigerador y muebles para el hogar y la tienda gracias a sus ganancias con la criptomoneda.
En El Zonte la gente comenzó a utilizar el bitcóin mucho antes de que Bukele lo legalizara el 7 de septiembre de 2021, y la criptomoneda se usa para hacer muchos pagos, incluso para la compra de un refresco o unos huevos.
Pero esta popular playa a la que acuden muchos salvadoreños y turistas a deslizarse en tablas sobre las olas, es una excepción dentro del país. Una encuesta de la privada Universidad Centroamericana mostró en enero que el 88 % de los salvadoreños no utilizó el bitcóin durante 2023.
Bukele introdujo la criptomoneda con el fin de bancarizar a una población que mayoritariamente estaba al margen del sistema financiero, pero esta situación no ha cambiado mucho desde entonces.
«Sube y baja»
En otra parte de El Zonte, a la orilla de una carretera, Blanca Castillo tiene una tienda de flores artificiales y jugos naturales. También está contenta con el bitcóin, pues asegura que le ha traído «ganancias».
Sin embargo, la comerciante de 25 años advierte que existe siempre el riesgo de perder.
«Cuando uno ve que bajará el valor de la moneda, uno siente como que va a perder (…), hay que estar pendiente de cómo está el movimiento» de la criptodivisa, dice Castillo.
De hecho, a fines de 2022 la criptomoneda se cotizaba por debajo de los 17,000 dólares.
Sentada en una silla en un pequeño restaurante, su propietaria Rosalina Franco atiende a diario a muchos clientes que pagan con bitcóin, en su mayoría turistas extranjeros.
«No puedo manejar el teléfono para estar haciendo las transacciones», así que «lo que cobro en bitcóin lo guardo, no me lo gasto, es un ahorro», cuenta la mujer de 70 años, quien se ha «beneficiado» con el alza de cotización.
Cuando Bukele introdujo el bitcóin también buscaba que las remesas familiares del extranjero -un componente clave de la economía salvadoreña- se canalizaran por carteras digitales para reducir los costos de envío, pero eso no sucedió.
En 2023, solo el 1 % de los 8,181 millones de dólares de remesas llegaron por alguna de las billeteras digitales, según el Banco Central de Reserva.
«Lo que es claro es que la gente sigue usando más los métodos tradicionales de envío (de remesas) y en esto tiene que ver mucho la desconfianza de la gente a la volatilidad de la criptomoneda. Y en eso no le han salido las cuentas al gobierno», señala a la AFP el economista independiente César Villalona.