Todas las mañanas de la semana laboral, me levanto con el estribillo del cura del colegio del frente, que llama a sus estudiantes a “lograr la honestidad”. Me parece esa una convocatoria pertinente, en unos tiempos en que la deshonestidad se ha hecho con nuestras sociedades a todos los niveles y todos los escenarios.
Este fin de semana viví un ejemplo de cómo uno se cruza con personas deshonestas en los ambientes más inesperados. Salí con mi familia a provincia y pasé por un peaje. No recordaba que tenía carga en el paso rápido y me detuve y le entregué un billete a quien atendía el peaje. La persona debe haber advertido que el paso rápido había marcado, pero no me dijo nada, y se quedó con el dinero. ¿Cómo lo supe? Porque en el peaje más adelante, la operaria vio que le fui a dar el dinero y, como era honesta, me dijo: “Señor, usted tiene cargado su pase rápido con dinero suficiente”. La primera me robó los cuartos.
En ese mismo camino, me paré en la tiendita de un puesto de gasolina y pregunté por el precio de un cargador de celular de esos que se usan en el carro. “750 pesos, me dijo la cajera” y no lo compré. En mi viaje de regreso, me paré en el mismo sitio y me dio con preguntar de nuevo por el cargador. “350 pesos”, me dijo la cajera. Sonreí y lo compré. Una vez más, una honesta y otra no.
El otro día compré una comida por Pedidos Ya. El motorista me dijo que no entregaría la comida porque él no hacía servicios a las casas, que tenía que salir y recogerla. Le pregunté si ahora el concepto de “home delivery” se llamaba “calle delivery”, y agarró la comida y se la llevó, lo que dañó la paz de mi hogar. Deshonesto es, porque su labor es cumplir con el servicio para el cual fue contratado, no ajustarlo a lo que le conviene a él.
Y es así como nos la pasamos, lidiando con gente que ha convertido la deshonestidad en un estilo de vida. Con personas que entienden que robarle al prójimo es su legítimo derecho porque “hay que buscársela”. Ojalá el cura del frente tenga éxito en su cruzada por lograr la honestidad, porque mucha falta que nos hace, a todos los niveles.