Desde su llegada al poder el Gobierno ha puesto en marcha una reforma profunda del gasto público y lo ha hecho a pesar de los múltiples choques externos que ha enfrentado, los cuales están más que documentados.
En la propuesta de reforma fiscal del Gobierno que circuló en octubre del 2021, se planteaba lo siguiente: “Ya han sido iniciadas las reformas del gasto público orientadas hacia la mejora en la calidad y la eficiencia.” Estas reformas se dividieron en tres grandes rubros (cita textual):
- Eliminación de Duplicidad de Funciones:
- Disolución del Despacho de la Primera Dama
- Supresión de la OISOE y el INVI y traspaso de sus funciones al Ministerio de la Vivienda
- Inicio proceso de liquidación de la CDEEE
- Liquidación Procomunidad
- Inicio fusión del Consejo Estatal del Azúcar y la Dirección de Bienes Nacionales
- Priorización del Gasto Público:
- Plan e austeridad y racionamiento del gasto público
- Aumento asignación presupuestaria a la Procuraduría
- Inclusión de más de 2 millones de dominicanos al Servicio Nacional de Salud
- Reestructuración del subsidio Bonoluz
- Mejora eficiencia Manejo Activos Estatales
En palabras recientes del Presidente Abinader, la reforma del gasto público se ha afianzado en estos tres años: “Se han emitido 32 decretos, varias leyes y 37 resoluciones para suprimir 13 entes y órganos, cuyos recursos ahora son remitidos a sectores esenciales, especialmente a fortalecer las políticas de protección social a los más vulnerables.”
También, en ese mismo discurso dictado en la UASD el pasado 22 de febrero, el Presidente resaltó la lucha contra la corrupción, las disposiciones en favor de la transparencia, así como la reducción de la burocracia en el Estado.
En otras instancias se ha mencionado que ahora el gasto público en inversión es al menos un 15% más eficiente que antes. Es decir, que con un 15% menos de gasto, se hacen igual cantidad de obras que antes. O bien que, con el mismo monto de gasto, se hace un 15% más de obras. Son dos formas de interpretar esa mejora en eficiencia que alega el Gobierno.
Muchos de estos datos son verificables; otros no. Simplemente hay que tomarle la palabra al Gobierno.
¿Cuál es el problema en todo esto? Que muchas personas confunden Reforma del Gasto Público con Reducción del mismo. Y una cosa no tiene que ver con otra. Supongamos que toda la reforma para mejorar la calidad del gasto en este cuatrienio sea cierta. Aun así, los datos de aumento de gasto son contundentes. Veamos:
- El Gasto Corriente es ahora 3% del PIB, mayor que en el periodo Pre-COVID. Esto equivale a más de RD$200,000 millones adicionales.
- El déficit del Sector Eléctrico sigue igual o mayor que antes.
- La cantidad de empleados del Gobierno ahora es de 52,000 personas más alta que en julio del 2020. El Estado Dominicano ya cuenta con más de 730,000 empleados.
- El Gasto en Publicidad, irrelevante desde el punto de vista macroeconómico, pero fuente insaciable de morbo, si bien disminuyó de RD$5,260 a RD$3,470 millones del 2020 al 2021, ya en 2022 y 2023 promedió 6,000 millones de pesos anuales.
Los subsidios sociales ahora son mayores y de manera permanente. Alguien podría decir que era necesario un aumento del gasto social (y yo me encuentro en ese grupo). Pero no podemos decir que los programas son menos clientelares y populistas que antes.
Cuando se suma el nuevo gasto financiado por los ingresos de Aerodom, el gasto público total para el 2024 será de 19.1%, dos puntos del PIB más alto que el periodo Pre-COVID, pero ahora con menor inversión pública. Una combinación poco deseable, pero dada la fuerte restricción presupuestaria no había otra opción para mantener el déficit fiscal contenido.
En el imaginario del sector empresarial y de la sociedad civil se enraizó la idea de que un cambio de Gobierno implicaría por definición una caída del gasto público (y por tanto de los impuestos). En el primer caso, porque esto era lo que le decían sus asesores; y en el segundo caso porque se creyeron la idea de que el gasto público iba a bajar en 130,000 millones de pesos como decían personas serias y bien intencionadas, pero sin ninguna experiencia en el manejo del complicado entramado político-clientelar-rentista que caracteriza a nuestro país (¡Voz de Pelegrín Castillo!).
En la antesala de un aumento inminente de impuestos, es bueno que se analicen los datos y se tenga claro lo que es razonable pedirle al Gobierno que haga con el Gasto Público.