En enero 30 del 2024, Diario Libre publicó un oportuno reportaje de Irmgard de la Cruz, bajo el encabezado “Las Exportaciones de Cacao Merman 6.72% en 2023”, alusivo a un año en el que los precios del grano en los mercados internacionales se dispararon a cotas históricas en los últimos 46 años, alcanzando la tonelada en diciembre pasado US$4,196, remontando la cotización 67% respecto al año anterior. Por lo cual, la merma en el valor de nuestras exportaciones cacaotaleras se debió a la caída en el volumen exportado, al registrarse en el 2023 sólo unas 59,119 toneladas, 18,446 menos de las 77,566 colocadas en 2022.
En 2022, en el World´s Biggest Cocoa Producer, se estimaba una producción global de 6.5 millones de toneladas de cacao para ese año, compendiando los países de África Occidental el 70% con unos 3.9 millones, encabezando Cote d´Ivori (Costa de Marfil) con 2.2 millones, seguida de Ghana, 1.1 millones, Camerún, 300 mil y Nigeria, 280 mil. En esta lista de los big leaguers cacaoteros, tras Ghana que ocupa el segundo lugar, figura Indonesia con 667 mil, Ecuador con 337 mil –que históricamente ha tenido un liderazgo en este renglón y coloca su acreditado grano nacional en el cotizado segmento de cacao fino o de aroma-, Brasil con 274 mil, Perú con 171 mil y República Dominicana con 76 mil, ubicado en la novena posición. Distribuyéndose el resto entre otros productores menores, representando unas 386 mil toneladas del cacao que se transa en los mercados internacionales del grano.
Así las cosas, pese a la coyuntura de mercado súper favorable para los ofertantes y al hecho de que RD figura acreditada a nivel mundial entre los 10 principales países exportadores de cacao convencional y los primeros en el más valorado nicho del orgánico, no pudimos aprovechar el aludido incremento de precios. Salvo que, a título de amortiguador y oportuna advertencia a nuestras autoridades y a los actores clave de la producción y comercialización de este maravilloso alimento de los dioses (Theobroma cacao), oriundo de la cuenca amazónica extendido a Mesoamérica y México, la elevada cotización del grano nos libró de una mayor declinación en las cifras de nuestro saldo comercial exportador.
Conforme al análisis esbozado en el referido reportaje, al parecer la situación que nos ocupa estuvo marcada por la caída de la producción local, consecuencia de cambios climáticos (secuencia de fuertes sequías y exceso de lluvias) y la ocurrencia de meteoros como el huracán Fiona que castigó sensiblemente las plantaciones del Este en octubre 2022. El agotamiento del rendimiento de los cacaotales por envejecimiento y el rezago evidente en la renovación oportuna y suficiente de las plantaciones. A lo cual se ha sumado, en el contexto global del mercado internacional aunque con efectos menores para nuestro cacao, la aplicación de mayores regulaciones restrictivas en los destinos del cacao para su transformación industrial. Que en este caso son los países de Europa y Estados Unidos, los mayores fabricantes de chocolate y otros derivados, siendo a su vez los principales exportadores de éstos.
En este escenario, según afirma un cacaocultor exportador citado por Irmgard de la Cruz en su reportaje, al grano dominicano “lo están demandando mucho, pero no tenemos, no hay para ofertar”. Vale decir, que estaríamos cavando un déficit de oferta ante un mercado en promisoria ebullición por la creciente demanda insatisfecha.
En este orden, la renovación de los cacaotales ha figurado en la agenda de las autoridades del ramo y de las asociaciones de productores, con el diseño del Plan de Acción Cacaotera 2021-2025 con el cual se aspiraba a elevar la producción en un 29% y las exportaciones en 35% durante el cuatrienio. Pero al parecer, de acuerdo a otro reportaje de la aludida periodista de Diario Libre publicado el 13 de febrero del 2024 (“Poco avance en políticas de fomento amarga al cacao dominicano”), citando al director ejecutivo de la Comisión Nacional de Cacao, “el proyecto no pudo encajar dentro del enfoque de política presupuestaria” de aquel momento.
De su lado, productores de bloques regionales afiliados a CONACADO han sostenido que el avance ha sido lento con alcance limitado. A pesar de que el cacao es el segundo renglón en aporte de valor en nuestras exportaciones agrícolas, situándose sobre los US$200 millones, sólo por debajo del tabaco y sus manufacturas –que generan por encima de los US$1,200 millones. Planes van y planes vienen, con sonajera publicitaria, pero los resultados son magros. El FEDA, al frente un combativo dirigente de CONFENAGRO, ejecutó un proyecto de unos RD$56 millones para producción y distribución de plántulas, fomento de invernaderos y capacitación, que luce insuficiente.
Un siglo atrás, en 1923, William E. Pulliam publicó su artículo “The Age of Chocolate: Dominican Cacao”, ponderando las bondades de nuestra almendra. Receptor General de Aduanas desde 1907 y por cuatro décadas el hombre del dinero en el país, fue promotor del Faro a Colón y el beisbol –trajo en 1936 a los Rojos de Cincinnati para jugar con el Escogido y el Licey en el Gimnasio Escolar-, ordenó para la Receptoría lo que sería la Mansión Presidencial ocupada por Horacio y Trujillo, que diera paso al Palacio.
Para Pulliam, “la producción de cacao le da al país un lugar destacado, pero su cultivo continúa sujeto al azar, prestándosele poca atención a detalles que aseguren un mejor rendimiento, siendo la cosecha el aporte de la naturaleza al suministro de este importante artículo de consumo mundial, en contraste con otros países productores. Lo cultivan pequeños agricultores y hay pocas plantaciones grandes, que tampoco aplican el cuidado necesario. Habrá un gran futuro para el cacao dominicano cuando se mejore su cultivo, destinado a ser el pilar principal del país. El ingreso generado por su venta se distribuye más ampliamente entre la gente que el del azúcar.
Antes de 1920 el cacao pagaba arancel de exportación, pero bajo la ley vigente fue abolido, a fin de alentar esta importante industria. Entre 1919 y 1920 Agricultura realizó una amplia campaña en las secciones cacaoteras, enseñando métodos de siembra sistemática, poda y recolección. En San Francisco de Macorís, el centro del cultivo del cacao, se habilitaron parcelas modelo para demostrar métodos modernos de siembra y se celebraron reuniones de agricultores y un experto los instruyó y visitó sus fincas. Prestando especial atención a los métodos de fermentación con exhibiciones competitivas de cacao.
La imposición de una multa al cacao mal curado ha tenido el efecto deseado y los principales exportadores reportan ahora una calidad superior. Se ha impreso literatura educativa sobre las fases de su cultivo, lo cual debe colocar al cacao en el primer rango de los productos naturales dominicanos, cuya mejora ya es notoria en los últimos dos años.
Confinado su cultivo principalmente al Cibao, donde llueve abundante, algo necesario al crecimiento y maduración del fruto, la mejor calidad proviene de Pacificador (Duarte) alrededor de San Francisco, Higüey y Sabana de la Mar. Entre San Francisco y Moca se produce la mayor cantidad y los ferrocarriles operan desde los puertos de Sánchez y Puerto Plata. Desde allí sale el producto a los mercados.
El transporte incide en el éxito del cacao. Tras su cosecha se somete el grano al secado, siendo fácil trasladarlo en animales ya que pequeñas cantidades tienen un valor estimable. La construcción de carreteras de los últimos años ha favorecido a las secciones cacaoteras. Una de las ventajas del cacao dominicano es que Santo Domingo ocupa una posición geográfica más cercana a Nueva York que cualquier otro de los principales países productores. Y Nueva York es el centro de distribución de EEUU con mayor consumo de cacao.
Según los expertos, el mejor rendimiento en suelo adecuado se obtiene plantando unos 500 árboles por hectárea. Separados a 4 m y medio y podados a altura de 4 m. A los 5 o 6 años, se obtendrá una cosecha y en 10 años el incremento permitirá un ingreso positivo. Un árbol saludable en su mejor momento tendrá 100 vainas de mazorcas al año y sus almendras pesarán, secas y listas, unos 3 kilos. El cacao se recolecta durante todo el año, aunque hay dos cosechas principales. La grande, de marzo a junio en primavera, debido al efecto de las fuertes lluvias de otoño. La más pequeña, en octubre, noviembre y diciembre. Hay árboles con fama de tener 100 años y en promedio pueden rendir hasta los 60.
La mano de obra no es costosa. Abunda tierra adecuada. Por lo tanto, un retorno razonable de la inversión está asegurado a una persona que desee construir su hogar en las West Indies, esté dispuesta a adaptarse a las condiciones locales, aprender los hábitos y la lengua, y a perseverar hasta alcanzar el éxito.
Después de 4 o 5 años, tendría un ingreso razonable que debe aumentar. Es esencial la dirección personal de la empresa. La supervisión a distancia o la dependencia de un supervisor asalariado no son la respuesta. Cualquier esquema cooperativo entre 4 o 5 hombres que se unan en la industria del cacao en Santo Domingo, podría significar independencia en no menos de 10 años. Se calcula que el ciclo inicial de 5 años es el de mayor trabajo para llevar el cacao a la etapa de maduración.
Para comenzar una plantación la inversión principal sería la compra del terreno. No se requiere maquinaria costosa ni equipo sofisticado. Por supuesto, habrá años de menor producción, como en toda actividad agrícola, pero la pérdida no será fuerte, como lo sería en el caso de un establecimiento costoso.
El consumo mundial de cacao está aumentando a un ritmo mayor que la producción. Es poco probable que esta última supere al primero. La demanda de chocolate, cacao y sus demás confecciones, se expande cada año. Las áreas donde es factible su cultivo con éxito están limitadas por razones climáticas. La facilidad comparativa con la que se cosecha y transporta, le da ventajas de las que no gozan otros productos tropicales.”
Todo esto lo decía Pulliam en 1923. Estamos en el 2024.