En el año 2010 se celebraron las elecciones de medio término en los EE. UU. Dos años antes, el carismático primer presidente negro, Barack Obama, había inspirado al mundo con su resonante victoria. En esta ocasión se definía el control del poderoso congreso norteamericano. Los torneos de medio término renuevan gran parte del mismo y obtener mayoría define la agenda legislativa del presidente.
Inesperadamente, el presidente Obama y el partido Demócrata la pierden, poniendo en peligro gran parte de su plan de gobierno. Horas más tarde, cuando el presidente se dirige a la nación empezó su discurso diciendo: “I am responsable” (yo soy responsable) de haber perdido estas elecciones y el liderazgo del Congreso…”.
La cultura de la responsabilidad, profundamente arraigada en los liderazgos transformadores de la historia de la humanidad es, ante todo, una postura filosófica en la cual el líder se declara – como postura filosófica – el autor de su destino. No debe confundirse en modo alguno con la culpa, la cual viene de un sistema de creencias judeo-cristiano basado en el pecado y el castigo. Incluso, para los anglo parlantes es la composición de dos palabras: “response” (responder) y “ability” (capacidad), es decir “responsable” capacidad de responder.
En contraposición a esta postura, está el victimismo. Que sí está basada en el sistema de creencia de la culpa, el pecado y el miedo. Y que, en esencia, para sentirse inocente, el líder – la persona – culpa permanentemente a los otros de sus fracasos.
Ambos sistemas de pensamientos tienen consecuencias, el más evidente es, para el que asume la cultura de la responsabilidad, que todo lo que le sucede es información y retroalimentación que bien analizada le indica y ayuda a hacer cambios personales y colectivos. Es decir, se empodera para liderar y guiar. En cambio, el sistema de pensamiento de victimismo, es justo lo contrario.
Nelson Mandela fue uno de los grandes de la historia que fundamentó su liderazgo en la responsabilidad. Por eso, para conocer los crímenes políticos del régimen del Apartheid auspició la Justicia Restaurativa y la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
La oposición política en República Dominicana – PLD, PRD y FP – tienen, en esencia, dos opciones: sentirse víctima y empezar a culpar a todo el mundo de su descalabro, con ello seguirán desempoderándose, o elige asumir la responsabilidad de su presente y su destino.
La más evidente muestra de victimismo, la presentó la misma noche del torneo electoral, el vocero de la Fuerza del Pueblo, el señor Rubén Maldonado. En un discurso lleno de dolor, rabia y evidente desesperación, haciéndole un daño enorme a su propia organización y a su líder, el expresidente Dr. Leonel Fernández, quien había dicho con inteligencia que las elecciones municipales eran importantes, pero no determinantes. Pero el delirante discurso de Maldonado, en su forma y contenido, le decía al país, que las elecciones de municipales no solo eran importantes, sino determinantes. De esta forma se llevaba de encuentro a todos los candidatos a senadores y diputados de su organización.
Una postura más responsable y por supuesto reflexiva fue el silencio del Partido de la Liberación Dominicana en las primeras horas de los resultados. Sabiamente, desde ese mismo instante, empezaron a diferenciarse de la FP.
La cúpula de ambos partidos tiene un problema serio. No se han dado cuenta que el país cambió. O se renuevan y dan paso a la nueva generación. O se los traga la historia. Es el propio Luis Abinader que abrió las puertas al cambio generacional en todo el país y en todos los partidos. Pero mientras sigan percibiéndose víctimas del mundo, no serán capaces de cambiar ni reinventarse. O pasan la antorcha, o se les apagará en sus propias manos.
Hoy el PLD es la segunda fuerza política, y ante este escenario y estos dislates se preguntarán, ¿qué beneficio le trae como organización política fundada por Juan Bosch apoyar la candidatura del joven Omar Fernández, cuando este representa la continuidad del partido (FP) que le saca la gente y los dirigentes al PLD?
¿A cambio de qué el PLD le daría apoyo a esa candidatura senatorial, si no existe hoy la premura ni la posibilidad de que el candidato de la FP pueda alcanzar la presidencia?
Una jugada estratégica de la FP seria apoyar la candidatura de Abel, a cambio de llevar a Omar Fernández como candidato a vicepresidente. Pero eso solo le conviene a la FP, pues se sabe que no van a ganar y para el 2028, el joven candidato de la FP terminaría de liquidar al PLD.
La gestión de momentos de fracaso exige responsabilidad, precisamente para que sean momentos y no designios imperturbables.
¿Qué beneficio le trae como organización política fundada por Juan Bosch apoyar la candidatura del joven Omar Fernández, cuando este representa la continuidad del partido (FP) que le saca la gente y los dirigentes al PLD? ¿A cambio de qué el PLD le daría apoyo a esa candidatura senatorial, si no existe hoy la premura ni la posibilidad de que el candidato de la FP pueda alcanzar la presidencia?