Dice la regla que en la política todo se vale, pero cuando la regla va en contra de la democracia como sistema, entonces se torna en irresponsabilidad.
Me parece completamente fuera de orden que a pocos días de la celebración de las elecciones municipales la oposición venga a echar sombra sobre un proceso electoral en el cual ha participado y ha teñido representación total a través de sus representantes en la Junta Central Electoral (JCE).
Quienes dejan entrever escenarios fraudulentos previos sin presentar evidencia y con solo la palabra como prueba, no hacen otra cosa que empañar un proceso de debe ser defendido y respaldado por quienes se llaman demócratas.
Este tipo de acciones destruyen los cimientos de la democracia y generan hastío en la gente, que comienza a hartarse de la politiquería barata y acaba por desistir de participar en los procesos eleccionarios.
A usted, quien me lee, no haga caso a esas alarmas descabelladas, que al final serán provocadas por quienes las denuncian hoy para justificar una derrota en las urnas. La JCE se ha manejado con seriedad y ha abierto el proceso a importantes observadores internacionales para garantizar la limpieza del proceso. Si algo legítimamente estuviera mal, las alarmas se hubieran disparado, y si el proceso estuviera amañado, ellos lo notarán y lo reportarán. Tengan cuenta, igualmente, que en Diario Libre lo reportaremos.
Así que no se deje sembrar desconfianza por aquellos que parecen suponer que serán derrotados el domingo, porque si ganan, el proceso será ejemplar y, si pierden, lo criticarán salvajemente.
Lo he dicho antes. Tenemos que cuidar la democracia. La política falta de ética mata la democracia y aquí estamos jugando a que todo se vale, sin pensar en el daño a largo plazo que hacemos a nuestras libertades ciudadanas.
Dejen la irresponsabilidad y el fotuteo para echar sombras sobre las elecciones. Sean críticos, no alarmistas; sean defensores de la democracia, no sus enemigos; sean un ejemplo a seguir, no uno a reprochar; sean responsables y no irresponsables. El país se los agradecerá, hoy, mañana y siempre.