Ante la situación en Israel enfrentando a los terroristas de Hamas y ante la andanada de informaciones que vemos en las redes sociales y en la prensa digital, cada día es más difícil tener una información adecuada para hacer juicios y emitir comentarios. Pero como las redes son un espacio abierto y plural, cualquiera puede decir lo que quiera sea o no verdadero y otros que no tienen ideas propias repetirlo y viralizarlo.
Hago esta observación tras leer el mamotreto presentado por Sudáfrica ante la Corte Internacional de La Haya. Pocas veces he leído un documento tan poco serio y lleno de citas sesgadas y “evidencias” que rayan en lo ridículo. Sus 84 páginas revelan ignorancia, hipocresía y odio hacia Israel. Algunas cuestiones surgen de inmediato, pues acusan a Israel de genocidio contra los palestinos. Pero ¿quién es palestino? ¿Son palestinos los árabes que vivían en el antiguo territorio denominado Mandato británico de Palestina? Porque en ese mandato también vivían judíos, quienes tenían un pasaporte palestino. ¿Son palestinos por ende los árabes que viven en Israel y representan el 22% de la población israelita? No conocemos ningún caso de agresión a un ciudadano árabe israelí dentro del estado de Israel por parte de las fuerzas públicas o el ejercito. Entonces, ¿cómo hablar de genocidio?
Sigo sin entender el odio y desprecio hacia Israel. Un estado que no ha iniciado ninguna guerra, que ha llevado a cabo múltiples intentos por la paz y se defiende frente a unos grupos terroristas que tienen en su carta fundamental la destrucción del Estado de Israel y de todos los judíos. Pero seamos claros, la situación que se vive allí no es fácil. Y las actitudes de los extremistas y terroristas producen odio y enfrentamientos que tomará mucho tiempo resolver. Pero la realidad de Israel no se conoce o no se quiere conocer. He visitado en dos ocasiones Israel y he visto la convivencia de todos los israelíes, sin importar su religión o raza. Hice una foto en el hermoso paseo marítimo de Tel Aviv de unos jóvenes musulmanes conversando y paseando con jóvenes judíos sin ningún problema. Paseé por todas las zonas del puerto de Jaffa, y vi cantidad de negocios de árabes visitados por otros negociantes judíos sin problema. Pudimos apreciar el Templo Bahai en Haifa y conocer de la cantidad de población Drusa que habita esas áreas. Mi prima, que es muy católica, pudo oir misa en una iglesia cristiana en Tel Aviv y desde luego visitar todos los centros católicos, así como los judíos y armenios en la ¡hermosa Jerusalem! Entonces ¿cómo se puede denominar a Israel como un estado genocida o que lleva a cabo un apartheid?
Y vuelvo a preguntar: ¿Cómo puede Israel defenderse y enfrentar a organizaciones terroristas que cada día lanzan misiles indiscriminadamente sobre su territorio, con la intención expresa de destruir y matar a todos los judíos? ¿Cómo se puede dialogar con criminales que utilizan hospitales y centros educativos como escudo? ¿Cuál es la solución? Mientras tanto, el mundo sigue su vida, ¡acusando y pidiendo libertad para Palestina! ¿A qué se refieren, a quién se la piden?. Y sigue el alma judía sufriendo por los secuestrados, seguimos todos el sufrimiento de los familiares, no deseamos muerte ni destrucción para nadie en ningún sitio, pero hay que tener claro quiénes son los genocidas confesos y quién se defiende en aras de garantizar su sobrevivencia. Este conflicto no es fácil de entender, pero en otro artículo discutiremos las ideas del mexicano Francisco Gil-White.