No es la primera vez que un Mayor league base ball (MLB), se ve envuelto en un escándalo criminal. Destaca, entre otros, el caso César Cedeño que por sus habilidades con el bate, el guante y la pelota, además de su edad, en el deporte rey de República Dominicana le llamaban el super baby. Y lo era. En 1973 tenía 22 años y, según los pronósticos, se perfilaba como uno de los grandes del deporte por el que habían pasado grandes virtuosos. Hubo incluso un manager que se atrevió a decir: “Cedeño puede ocupar solo, el left, el center y el rightfield en un mismo partido”. No exageraba. El superdotado pelotero dominicano poseía las cinco cualidades exigidas a una superestrella: poder, bateo, velocidad, defensa y buen brazo. Un porvenir deportivo malogrado el 11 de diciembre de 1973 cuando la joven con la que compartía una habitación de un motel de Santo Domingo resultó muerta en un confuso incidente cuyas circunstancias, a la fecha de hoy, no han sido aclaradas simplemente porque su condición de super baby lo impidió.
Tan pronto se tuvo noticias de la tragedia en los círculos de la MLB el mismo propietario de los Astros de Houston, se comentó entonces, Spec Richardson, e incluso el gerente general del equipo al que pertenecía el pelotero, viajaron a Santo Domingo en busca de su “estrella” y sólo salieron del país cuando les permitieron llevarse al super baby que, según el rumor público Cora, su esposa, era hija de Spec Richardson. ¡vaya usted a saber!
Después de la tragedia y el “juicio al vapor” que le condenó por homicidio involuntario a 100 RD$ de multa, Cedeño jugó por unas 14 temporadas más en la MLB dejando, a pesar de los ¡Cedeño killer! que proferían ciertos fanáticos, un respetable promedio de .285 con 199 jonrones y 976 carreras impulsadas en 2,006 juegos. Sus 550 bases robadas lo ubicaban entonces en el puesto 25 en la lista de todos los tiempos, y los 487 robos que acumuló con los Astros de Houston lo colocaban, hasta ser desplazado por José Altuve, como líder de todos los tiempos de la franquicia. Sin embargo, al salir del país en febrero de 1974, el super baby parece haberse auto condenado a no volver al lar nativo. Todavía no ha pagado su condena. Nunca más, que la prensa se haya hecho eco, ha vuelto a República Dominicana.
Además de Cedeño, estuvo envuelto en otro homicidio el pitcher Alfredo Simón al disparar su revolver durante la celebración de la san Silvestre en 2010 en un parque de Puerto Plata y, sin que se sepa cómo, el entonces estelar lanzador de los Orioles de Baltimore pudo evadir la justicia y continuar, campante y victorioso, su carrera beisbolística profesional en Estados Unidos y República Dominicana. Es cierto que su víctima fue abatida por una bala perdida que salió del arma de Alfredo Simón; sin embargo no hay razón que justifique el descargo del destacado lanzador.
Como si se tratara de un crimen más horrendo que quitarle la vida a uno de sus semejantes, se ha tratado el hecho que el paracorto de Tampa Bay, Wander Franco, haya comprado el consentimiento de una madre para que el virtuoso shortstop de 22 años pudiera disfrutar plenamente de su hija menor de edad. El ministerio público, en un entusiasmado exceso de celo, sometió, además del pelotero, a la madre de la menor y del imputado por “lavado de activo” y, como si no fuera suficiente, también por “asociación de malhechores”. ¡Qué exageración! diría cualquier abogado principiante, cuando el origen de la fortuna de un deportista de alto nivel profesional se caracteriza por su “higiene”, por si acaso se le agregó lo de “asociación de malhechores”. Nada más absurdo. ¿por qué se han ensañado tanto contra
No hay tal ensañamiento, simplemente el joven talento deportivo es víctima del escándalo me too, que explotó en Hollywood en 2017 cuando varias actrices denunciaron el derecho de pernada que cobraba Harvey Weinstein, reconocido productor de Hollywood, a ciertas actrices para darle la oportunidad de actuar en sus producciones abusando de su poder para aprovecharse de sus víctimas.
Lo que, en una palabra, se le reprocha a Franco al comprar el consentimiento de la madre de la menor para que pudiera convivir, al margen de la ley, con su hija y haber aceptado, a cambio, además de un vehículo, una vivienda y una mensualidad de 100 mil pesos. Es cierto que aprovechó la adolescencia de su hija aún menor, para, a cambio de su consentimiento, obtener beneficios, pero no la prostituyó. Es cierto que, lo más aberrante del asunto, Franco aprovechó la necesidad económica de una madre para, estando casado y con hijos, dar rienda suelta a su impulso sexual.
Es pertinente recordar que El paracorto de los Tampa Bay no ha matado a nadie, simplemente es víctima de su propio e incontenible impulso que el dinero le permitió llevar a cabo.
Wander Franco tal vez sea consciente además de que la puritana moral norteamericana que ha hundido a destacadas personalidades de la política, del arte e, incluso, a grandes magnates del mundo empresarial será implacable con su incipiente carrera beisbolística; la madre de la menor, por su parte, no es la abuela del famoso relato de García Márquez La triste historia de Eréndira y de su abuela desalmada; la Eréndira de Wander Franco no es nada cándida; el escándalo se destapó cuando la “cándida” de esta historia reclamó su parte del botín.
Después de la tragedia y el “juicio al vapor” que le condenó por homicidio involuntario a 100 RD$ de multa, Cedeño jugó por unas 14 temporadas más en la MLB dejando, a pesar de los ¡Cedeño killer! que proferían ciertos fanáticos, un respetable promedio de .285 con 199 jonrones y 976 carreras impulsadas en 2,006 juegos. Sus 550 bases robadas lo ubicaban entonces en el puesto 25 en la lista de todos los tiempos, y los 487 robos que acumuló con los Astros de Houston lo colocaban, hasta ser desplazado por José Altuve, como líder de todos los tiempos de la franquicia. Sin embargo, al salir del país en febrero de 1974, el super baby parece haberse auto condenado a no volver al lar nativo. Todavía no ha pagado su condena. Nunca más, que la prensa se haya hecho eco, ha vuelto a República Dominicana.