La naviera danesa Maersk, una de las más importantes del mundo, aseguró hoy a Egipto que quiere reanudar sus operaciones a través del mar Rojo y del canal de Suez «lo antes posible» ante los altos costos para redirigir sus cargueros hacia el Cabo de Buena Esperanza, dijo hoy el Gobierno egipcio.
El primer ministro egipcio, Mustafa Madbuli, y el jefe de la Autoridad del Canal de Suez, Osama Rabie, mantuvieron hoy una reunión telemática con representantes de la naviera danesa en la que abordaron los ataques de los rebeldes hutíes del Yemen contra buques comerciales en el mar Rojo.
Según un comunicado del Gobierno egipcio, los responsables de Maersk trasladaron al Ejecutivo la «necesidad de proporcionar la protección necesaria» a los buques, al tiempo que recordaron las repercusiones de estos ataques en la economía mundial.
El mar Rojo, delimitado al norte por el canal de Suez y al sur por el estrecho de Bab el Mandeb, es una vía por la cual navegan más de 19,000 cargueros anualmente, lo que supone el 11% del tráfico marítimo global, además de ser el camino más rápido entre los puertos asiáticos y el Mediterráneo.
Pero los ataques de los hutíes han provocado que algunas de las navieras más importantes del mundo redirijan sus cargueros al Cabo de Buena Esperanza, entre ellas la naviera danesa Maersk, quien aseguró el pasado viernes que evitará esa vía por completo en «el futuro inmediato».
Afecta ingresos de Egipto
La situación en el mar Rojo también afecta de lleno a Egipto, ya que el canal de Suez es una de las principales fuentes de divisas del país de los faraones, cuya economía está atravesando una severa crisis marcada, entre otros factores, por la falta de moneda extranjera.
Según datos de Ports Watch, una herramienta desarrollada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Universidad de Oxford, el canal de Suez ha visto reducido su tráfico en un 33,4 % desde el inicio de los ataques hutíes a mediados de noviembre.
Durante su gira por Oriente Medio, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha afirmado que estos ataques están «afectando directamente a los ciudadanos, a la carga y a los intereses comerciales de más de 40 países», mientras que aseguró que provocaron la interrupción o el desvío de casi el 20 % del transporte marítimo mundial.