El 29 de diciembre recibí la triste noticia de la muerte de mi muy querido amigo Gustavo Cisneros. Conocí a Gustavo en NY a principios de los setenta en una cena. No lo volví a ver hasta 1976 cuando lo llamé a Venezuela para ver si podía obtener una cita con el presidente Carlos Andrés Pérez para mi jefe Charles Bluhdorn, CEO de Gulf + Western Industries. Yo era en ese momento su asistente para América Latina.
Gustavo accedió inmediatamente y nos incitó a viajar. A mediados del 1976, Charles Bluhdorn y yo viajamos a Caracas en su avión y aterrizamos en Maiquetia. Al llegar al aeropuerto había un asistente de Gustavo que tomó nuestros pasaportes y nos llevó a un Mercedes Benz. Salimos de la pista sin pasar por inmigración y aduanas. Bluhdorn estaba encantado. En un viaje anterior en Maiquetia nos habían hecho pasar un mal rato que culminó en Bluhdorn vacunado contra la viruela. Se fue molesto después de ese primer viaje. Por eso estaba muy nervioso, pensando que en ese segundo viaje podría ocurrirnos lo mismo.
Al llegar a las oficinas del Grupo Cisneros, en el aristocrático barrio de Las Mercedes, fuimos recibidos por Gustavo y sus principales ejecutivos: José Rafael Ravenga, Eli Tineo, Pedro Tinoco y también su hermano y principal asesor, Ricardo Cisneros, COO del Grupo.
Nos llevaron a su comedor privado en las oficinas del grupo donde nos tenían preparado un exquisito almuerzo. Bluhdorn habló de G+W y todas sus actividades, su comienzo y sobre la República Dominicana. Gustavo hizo una detallada descripción de su Grupo y de todas sus actividades.
Era una época en la que Venezuela producía 2.5 millones de barriles diarios de petróleo, casi tres veces la cantidad de hoy y era sin duda el país más rico de América Latina. Bluhdorn buscaba un acercamiento con Venezuela para ayudar a la República Dominicana. El almuerzo sirvió para crear relaciones profundas entre los participantes: Charlie y Gustavo desarrollaron una estrecha relación que nace en esa comida.
En todo momento durante el almuerzo, Charlie preguntaba a qué hora sería la reunión con Carlos Andrés Pérez. Ya en el café, Gustavo se levantó, salió del comedor y fue a llamar por teléfono. Después me enteré que llamó a Diego Arria, gobernador de Caracas y estrecho colaborador de Carlos Andrés Pérez. Gustavo había acordado con Arria que lo llamaría para la reunión solamente si después de conocer a Bluhdorn consideraba que valdría la pena.
Diego Arria, llamó al Presidente y lo convenció de que, por favor, recibiera a Bluhdorn, un americano simpático y muy importante. Carlos Andrés Pérez dijo que sólo podía recibirlo por 15 minutos a las 4:00 pm. Nos dirigimos al palacio de Mira?ores, un lindo edificio colonial amarillo en el centro de Caracas.
Carlos Andrés Pérez nos recibió junto a Cisneros y Diego Arria. Bluhdorn hablaba en largos monólogos y Carlos Andrés miraba continuamente un reloj antiguo sobre una mesa contra la pared. Bluhdorn le explicaba la situación difícil de la República Dominicana debido al bajo precio de azúcar en el mercado mundial, siendo el azúcar el principal producto de exportación de RD. Venezuela era importante importador de azúcar.
La reunión duró más de una hora y se estableció una muy amable y estrecha relación entre Bluhdorn y Carlos Andrés Pérez, quien dijo que estudiaría la situación azucarera y trataría de ayudar.
Esto representó el comienzo de una significante compra de dosmillones de toneladas de azúcar en cuatro años a un precio de dos centavos de dólar la libra por encima del mercado internacional. El acuerdo sería para toda la industria azucarera de RD: CEA, Central Romana y Grupo Vicini. Gustavo Cisneros y Diego Arria actuaron de forma desinteresada en la estructuración del acuerdo. En la visita oficial de Carlos Andrés Pérez a la República Dominicana, lo firmó en el Palacio Nacional con Joaquín Balaguer.
A nuestro regreso a Casa de Campo esa noche, Bluhdorn me dijo que le encantó Gustavo y que quería que tuviera una casa en nuestro proyecto turístico de Casa de Campo. Me autorizó a que lo llamara y le vendiera la Casa Paramount en Punta Minitas. Así lo hice días después, llamándolo desde la propia oficina de Bluhdorn y ofreciéndole la propiedad, la cual aceptó comprar sin titubear y antes de conocer el precio.
Era evidente para mí y Charlie que Gustavo era un hombre decisivo y de palabra. La única condición que puso para la compra de Casa Paramount fue que quería visitarla la semana siguiente con su esposa.
El día que llegó a Romana llovía intensamente, y fuimos a mostrarle la casa a él y su familia. La lluvia intensa caía por goteras en el salón y yo pensé que debido a eso la venta no se realizaría. Sin embargo, todo lo contrario, la casa le encantó y la venta se realizó hace hoy casi 48 años.
Gustavo era un tipo extraordinario, carismático, simpático, audaz. Gran conocedor de los negocios y gran amigo de sus amigos. A través de los años hicimos muchas cosas juntos. Una de esas fue cuando Bluhdorn me pide organizar una cita con Fidel Castro, algo casi imposible de lograr.
Gulf and Western tenía muchas cosas en común con Cuba y Fidel:
1. Ambos éramos productores importantes de azúcar.
2. Ubicación geográfica en el Caribe.
3. Deportes – Gulf and Western era dueña de Madison Square Garden.
4. Cine – Gulf and Western, dueña de Paramount Pictures quería desarrollar cine en Cuba.
Bluhdorn quería desarrollar nuevas oportunidades y acercar las posiciones de los dos rivales, Cuba y USA.
Enseguida consulté con Gustavo sobre la posibilidad de concretar una reunión con Fidel Castro. Gustavo nos había facilitado a Carlos Morales y a mí un Lear Jet unos meses antes para ir a Cuba para una reunión de GEPLACEA (Organismo regional sobre países exportadores de azúcar). En esa reunión conocimos a Fidel y Raúl Castro. Charlie quería, por ende, ir él a Cuba a conocer a Fidel. Esto se convirtió en una permanente obsesión para él.
Después de varias llamadas, Gustavo me confirmó una reunión en Caracas con Norberto Hernández Curbelo, embajador cubano en Venezuela y también hombre muy importante de inteligencia cubana en Latinoamérica.
Viajé a Caracas desde Nueva York en abril 1979 y me reuní con Gustavo y Norberto Hernández en casa de una amistad de Gustavo en Las Mercedes.
En esa reunión le di una explicación detallada de quién era Bluhdorn, qué era Gulf and Western, y cuál sería el motivo de nuestro viaje a Cuba. Norberto hizo varias preguntas; era evidente que Gustavo llevaba tiempo explicándole sobre nosotros. Cuando terminó la reunión , Norberto nos dijo que consultaría y luego me llamaría alguien a mi oficina en New York.
A los tres días me llamó Chomy Miyar, secretario privado de Fidel Castro. Me dijo que la reunión con el Presidente de Gobierno, Fidel Castro, sería el 29 de abril de 1979. Le dije que volaríamos a Cuba ese día. La gestión de Gustavo había sido exitosa. Poca gente habría podido armar dicha reunión. La reunión con Fidel se mantuvo, fue un gran éxito y duró 7 ½ horas. Para mí fue un triunfo personal que resultó en que me ascendieran a vicepresidente de Gulf and Western Industries Inc., la casa matriz de todas las empresas del grupo.
Gustavo había sido clave para lograr esta reunión. A través de los años tuvimos muchas actuaciones conjuntas con presidentes y líderes políticos y del arte de diferentes países.
Gustavo era un extraordinario anfitrión y por su casa de Romana pasaron Kissinger, Mulroney, Jimmy Carter, Bush padre e hijo, Pastrana, Bill Gates, Bill Clinton, García Márquez entre otros.
Fue determinante su actuación y su desempeño en la inversión extranjera más grande que se ha realizado en la República Dominicana en la mina de oro Rosario, la cual es la más grande de América Latina. Esta inversión la realizó la Barrick Gold.
Pero aparte de esa cualidad y magnetismo que exhibía en todas sus actuaciones, resaltaba su trato humano y cálido con todos los que trabajaban para él o para sus amigos. Siempre tenía algo agradable que decirle a mi personal o a mi gente. Gustavo era único. Rudyard Kipling escribió en el poema “If”, … If you can walk with Kings nor lose the common touch” … (si puedes caminar con reyes y no perder el trato humano) … Esa frase lo calificaba perfectamente.
Así era mi amigo. Gustavo me hará mucha falta, lo extrañaré siempre mientras viva.
Gustavo era un extraordinario anfitrión y por su casa de La Romana pasaron Kissinger, Mulroney, Jimmy Carter, Bush padre e hijo, Pastrana, Bill Gates, Bill Clinton, García Márquez, entre otros. Fue determinante su actuación y su desempeño en la inversión extranjera más grande que se ha realizado en la República Dominicana, en la mina de oro Rosario, la cual es la más grande de América Latina. Esta inversión la realizó la Barrick Gold.