Ya arrancó el año electoral, aquí y en medio planeta. Con una reelección prácticamente asegurada (en primera convocatoria a las urnas o en segunda vuelta), el PRM deberá empeñarse en demostrar que la confianza de los electores está justificada.
Educación y Medio Ambiente, dos ejes fundamentales para el desarrollo nacional merecen más atención o mejor intención. Por dinero, en el caso de Educación, que no quede. Pero, definitivamente, no pueden seguir presentando como éxito unas políticas continuistas, carentes de autocrítica y con más errores que aciertos.
Un ex ministro de Medio Ambiente comentaba hace un tiempo que ese puesto era uno de los tres más peligrosos de todo el aparato estatal. Y tenía razón. Los intereses de grandes empresarios y de agricultores sin tierra coinciden: depredar parece ser una necesidad compartida.
Turismo seguirá siendo un motor y lograda la meta de los diez millones, las inversiones para aumentar la capacidad habitacional serán imprescindibles si queremos recibir más turistas.
La minería necesitará más sinceridad y menos populismo. Los permisos aguantados por intereses electorales tendrán que encontrar una salida que convenga a todos. (¿Realmente Félix Bautista puede frenar un proyecto que hasta su partido, la Fuerza del Pueblo, aprueba?)
Grandes retos: la reforma fiscal, la reforma de la ley de Seguridad Social, el problema al parecer irresoluble de las pérdidas en la transmisión eléctrica, la frontera como amenaza persistente, el caos del tránsito al que nadie parece tener ganas de solucionar, la carestía de la vida…
Estrenar un año tiene siempre algo de emocionante. Y dos elecciones en los próximos meses, sin duda, van a dar una buena dosis de adrenalina a la agenda nacional.