Los Ortega Murillo, como buenos dictadores, son incansables. La de ayer (todos los días son noticia por alguna barbaridad) es la detención de otro obispo de la Iglesia católica, monseñor Isidro Mora. Ya el obispo Rolando López guarda prisión desde agosto de 2023, cuando eligió no exiliarse y permanecer en su país aunque fuera preso.
Ante la tragedia de Haití, la invasión de Ucrania, las masacres en Israel y Gaza, los terremotos, las inundaciones, la cumbre del clima contra los combustibles fósiles ¡celebrada en un país petrolero!… Ante un mundo convulso y taquicárdico, ¿quién se puede acordar de Nicaragua, de ese pequeño país sometido por la dictadura de un par de chiflados peligrosos enquistada en Centroamérica? La región debería acordarse más, acudir en ayuda de su pueblo. Les estamos dejando solos.
Cuba es un estado fallido también, aunque la nostalgia de lo que nunca pudo haber sido hace casi 70 años lleve a una parte de la izquierda mundial a mirarla con otros ojos. Haití, Venezuela, Guatemala… vivimos rodeados de países-problemas o países con problemas. La democracia se pierde súbitamente, con un golpe de estado, o sutilmente, como en España ahora, mientras los ciudadanos se ocupan de su vida diaria, creyendo que los políticos no serán capaces de traspasar algunos límites.
Lo son.
Es una Navidad complicada, esta de 2023, no solo para los nicaragüenses. El orden mundial está saltando por los aires. La tecnología está transformando algo más que hábitos cotidianos; los expertos alertan de que es una civilización milenaria la que evoluciona a un ritmo nunca visto. Y lo estamos viviendo “en tiempo real”.
Mientras tanto, hay turrón, villancicos, aguinaldos, amigos, familia… en un país estable, en paz y en crecimiento.